JOANNA
–
Vamos hijo, enséñale a Joanna lo que aprendiste hoy.
La
joven sonrió al ver cómo el pequeño Rhaegar se sostenía en pie, agarrándose con
fuerza a las manos de su madre. Ésta avanzó un poco sin soltarlo para obligarlo
a que diera un par de pasos, y, cuando finalmente soltó su mano, Rhaegar
continuó caminando con cierta soltura hasta que, ya prácticamente al lado de
Joanna, comenzó a tambalearse.