Fanfic que recrea la juventud y el ascenso de Tywin Lannister al poder. Está basado en la saga de libros "Canción de Hielo y Fuego" de George R.R. Martin, por tanto ni los personajes ni los lugares me pertenecen.

domingo, 24 de abril de 2016

Capítulo 49

TYWIN

Aquella era una lucha encarnizada, una matanza. No había tiempo para pensar, tampoco para observar lo que ocurría a su alrededor. No podía defender absolutamente a nadie, porque ya le resultaba difícil defenderse a sí mismo. «Parece una trampa para encerrarnos a todos». Jamás pensó que tantos mercenarios se hubieran aliado entre sí para pelear por un motivo común. ¿Tan suculento era el premio que les habían ofrecido?

En cierto momento, creyó distinguir la voz de Tygett cerca de él, si se podía considerar "voz" a aquellos gruñidos que emitía. Quiso concentrarse en aquel sonido para acercarse a él, pero le fue totalmente imposible: el enemigo le rodeaba constantemente. «¿Qué infiernos está pasando aquí?»
Nada más derrocar a un nuevo combatiente, tropezó contra algo que fue incapaz de reconocer, topándose de golpe contra un hombre que debería medir más de dos metros de altura. Tywin resopló nada más verlo, mas esa fue la única queja que pudo emitir, pues su nuevo enemigo no parecía tener intención alguna de perder el tiempo. Portaba una maza de gran tamaño, la cual manejaba con suma facilidad a pesar de lo pesada que parecía. El Lannister había visto en Aerys los efectos que una maza podía provocar, pero si el Targaryen había estado semiinconsciente durante semanas, él iría directo a la tumba si aquella masa de hierro llegara siquiera a rozarle.

Aquel gigante no sólo parecía terrorífico por su altura, sino también por la armadura que portaba, la cual no era muy convencional. Parecía más robusta de lo habitual, sin pulir, como si la hubiesen creado a partir de un material mucho más resistente y pesado, algo que sólo podría soportar un hombre con semejante constitución. Le protegía absolutamente todo el cuerpo, sin dejar prácticamente un sólo hueco libre, al igual que el yelmo, tan enorme como lo parecía su cabeza. Tywin llegó a preguntarse si detrás de todo aquel amasijo de metal plateado había un hombre o un monstruo, y dio gracias por ser tan escéptico, pues cualquiera podría haber alardeado de haber visto a un gigante.

El Lannister sabía que tenía ventaja sobre él, muchísima, mas no debía dejarse vencer por el miedo. Un mínimo paso en falso, y acabaría por los suelos. Así fue como se quitó su propio yelmo para tener más visión y comenzó a lanzar fugaces y breves ataques sobre su contrincante, haciéndolo girar, moverse, y sobre todo, procurando que fallara cada ataque que le lanzaba. Quería agotarlo. Aquel monstruo se percató de las intenciones del joven, pero aquello lo alteró aún más, provocando una mayor desesperación a la hora de atacar. Tywin sabía que tampoco podía estar continuamente esquivando los ataques que le propinaba, por lo que aprovechó el momento en el que aquel gigante alzó de nuevo su brazo para atacar y así apuñalarlo justo en la axila, uno de los pocos huecos que aquella armadura dejaba libre. Su enemigo rugió de dolor, mas no cedió en su lucha. Soltó la maza y agarró la cabeza de Tywin con una sola mano. El joven pudo ver a través de la abertura del yelmo la mirada feroz de aquel monstruo, y supo que si no actuaba rápidamente, estaría muerto en tan sólo un segundo. Su instinto le guió: tomó el puñal que guardaba en el cincho y lo clavó rápidamente a través de aquella rejilla, sin saber exactamente dónde había acertado. El gigante volvió a rugir, soltando al Lannister y llevándose las manos a una cara que no podía tocar a causa del casco. Tywin respiró profundamente por un segundo, observando aquella escena tan irónica: un monstruo llorando sangre. «Nunca viene mal tener a un soldado así, debería buscarme uno», pensó con sarcasmo mientras se acercaba para coger de nuevo su espada. 

No le dio tiempo.

Sintió como un brazo rodeaba su cuello y poco después algo punzante penetraba en uno de sus costados. Lo habían apuñalado por la espalda, y aquel atacante desconocido no tenía intención de dejarlo escapar, pues sabía que aquella puñalada no había sido mortal. Estaba dispuesto a sacar de nuevo la afilada hoja para volver a incrustarla en su cuerpo y, esta vez, en un punto vital.

- Aparta tus manos de él, monstruo.

El atacante se detuvo, al igual que el resto de soldados que los rodeaban. Tywin no había sido consciente de que algo fallaba en todo aquel revuelo. Sus soldados, e incluso los caballeros de otros reinos, miraban aquella escena estupefactos, casi despavoridos. El propio Aerys, que se encontraba curiosamente cerca de él, hizo una mueca de desagrado, y hasta pudo vislumbrar la expresión de sorpresa de Steffon, que parecía no creer en lo que estaban viendo sus ojos. Tywin no tuvo que quebrarse la cabeza para saber lo que estaba pasando, para saber quién era el hombre que le había atacado y que aún se resistía a liberarlo. Maldijo internamente antes de volver a alzar la vista para mirar a su hermano, que permanecía estático y furioso, manteniendo su espada completamente horizontal para hacerle frente a aquel enemigo sin titubear.


- ¿Tanto amor le profesáis? -Preguntó aquel hombre con una voz sibilina-. Es una lástima.

Tywin supo que iba a volver a atacarle, pero su hermano reaccionó con la misma rapidez, por lo que inclinó la cabeza todo lo que pudo para darle vía libre a Kevan. Al momento sintió cómo cedía el agarre que lo aprisionaba, y poco después su propio hermano le propinaba un fuerte empujón para alejarlo de allí, causando que Tywin cayera al suelo. De repente se vio rodeado de piernas y de cuerpos sin vida: la batalla había reanudado su curso, como si todo lo que había ocurrido segundos antes hubiese caído en el olvido.

- Arriba, Tywin -le dijo Aerys nada más llegar a su lado, agarrándolo del brazo para ayudarlo a que se pusiera en pie-. ¿Te encuentras bien? -Preguntó al ver como el rubio se llevaba una mano al costado herido. 
- Sobreviviré -dijo secamente.
- No esperaba menos de ti. Tendrás que contarle a tus nietos cómo te atacó "el Monstruoso" -indicó el Targaryen poco antes de decapitar con suma facilidad a un mercenario que se acercaba a ellos con muy malas pulgas-. Qué falta de educación tienen estos ineptos, ya hasta interrumpen las conversaciones ajenas.

Tywin no hizo caso al sarcástico comentario del príncipe, pues su mente estaba ocupada en otra persona a la que pudo distinguir a pocos pasos de distancia. Incrédulo comprobó que las leyendas eran ciertas: los hombros del último Fuegoscuro soportaban el peso de dos cabezas, una de ellas mucho más amorfa y pequeña que la otra, pero era una cabeza más al fin y al cabo. 

- Se van a retirar -dijo Steffon con rotundidad, quien también se había acercado a ellos.
- No si matamos a Maelys antes y acabamos con todo esto -comentó Tygett, que apareció tan pronto como volvió a desaparecer, corriendo hacia su nueva víctima.

Pero aquel día no hubo más víctimas para Tygett, no fue el fin de la guerra que tanto había deseado Ser Gerold, y tampoco vencieron a Maelys, ni a ninguno de los nueve integrantes de su banda. 

Mas era una nueva victoria, posiblemente la más importante de todas tras la acontecida en Piedrasangre, porque fue el día en el que un sólo hombre de dieciséis años había averiguado todas las intenciones de Maelys y aún así hacerle frente sin temor.

Si Tywin continuaba con vida era porque Kevan, su hermano pequeño, había arriesgado la suya propia para salvarle.




domingo, 14 de febrero de 2016

Capítulo 48

KEVAN

Día 97
Hoy Steffon decidió despertarnos con un buen lingotazo de vino… derramado sobre nuestras cabezas, por supuesto. Tygett no ha parado de despotricar en toda la mañana, mientras que Tywin no ha mudado el gesto en ningún momento, ganándose así un nuevo apodo por parte de Steffon: "carapiedra". Aerys en cambio estaba constantemente mirándose en cualquier recipiente que le devolviera el reflejo para ver cómo le quedaba su nuevo color de pelo. Ha llegado a asegurar que es mucho más bello con ese tono violeta, y que jamás volverá a lavarse el cabello para así poder mantenerlo.

sábado, 16 de enero de 2016

Capítulo 47

TYWIN

Por más que lo quisiera disimular y por más que lo negara, estaba tiritando de frío. Aún con aquel calor húmedo e insoportable, él estaba congelado por dentro.

– No vas a convencerme de lo contrario, no estoy ciego ni soy un estúpido como tú crees.
– ¿Por qué tanto empeño en asegurar que estoy enfermo?
– Digamos que tienes una temperatura más alta de lo normal y, a pesar de ello, pareciera que te encontraras en Invernalia con tanto tembleque.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Capítulo 46

JOANNA

– Vamos hijo, enséñale a Joanna lo que aprendiste hoy.

La joven sonrió al ver cómo el pequeño Rhaegar se sostenía en pie, agarrándose con fuerza a las manos de su madre. Ésta avanzó un poco sin soltarlo para obligarlo a que diera un par de pasos, y, cuando finalmente soltó su mano, Rhaegar continuó caminando con cierta soltura hasta que, ya prácticamente al lado de Joanna, comenzó a tambalearse.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Capítulo 45

TYWIN

Había pasado tan rápido que no terminaba de creerse que hubiera ocurrido de verdad. Tan pronto lo tenían todo perdido como de repente parecía que lo tenían todo bajo control. ¿A cuántos hombres había matado en esa batalla? ¿Y a cuántos seguiría matando? ¿Cuántas veces se había encontrado al borde de la muerte y la había esquivado por los pelos? Y sobre todo, ¿dónde estaban sus hermanos y sus dos amigos? Hacía demasiado tiempo que los había perdido de vista. «¿Y si…?»

sábado, 31 de octubre de 2015

Capítulo 44

KEVAN

Recordaba con exactitud el día que desembarcaron en los Peldaños… Casi podía sentir el pánico que experimentó en aquella ocasión, sobre todo al ver el tamaño de aquella isla que, supuestamente, era pequeña.

«Pues resulta que tenían razón, era pequeña», pensó al ver aquella planicie al horizonte. «Menos mal que ésta no es mi primera batalla…»

viernes, 16 de octubre de 2015

Capítulo 43

TYWIN

Llegó un punto en el que no sabía cuántos días llevaba sin dormir al menos durante dos horas seguidas, y cuánto más se acercaban a Tyrosh, menos dormía y más era el peligro que les acechaba. Aunque lo más frustrante de todo era comprobar que realmente seguían muy lejos de su destino. Bien era cierto que iban avanzando, pero a un ritmo tan lento que parecía que se encontraban siempre en el mismo punto. La causa principal de su lenta progresión se debía al ejército enemigo, que les superaba en número con creces. No tanto por hombres, sino por la flota marítima.