JOANNA
Era
ya la tercera vez que se cruzaba con él en ese día y, como venía siendo
costumbre, le giró la cara y no dijo absolutamente nada. De hecho, ni siquiera
disimulaba: primero la escrutaba con la mirada y después apartaba la vista como
si no la conociera. «Testarudo, no se
puede ser más rencoroso que él.» Joanna suspiró cabreada al ver ese
comportamiento tan infantil por parte de su primo. Por ventura o por desgracia,
los aposentos de Tywin estaban relativamente cerca de los suyos, pues ambos se
encontraban próximos a las cámaras de los príncipes, lo cual propiciaba muchos
encuentros por los pasillos de la Fortaleza Roja. Pero desde su última
discusión, el joven Lannister no le había dirigido la palabra. Joanna pensó que
aquel estúpido enfado se le pasaría en seguida, mas ya iba camino de cumplirse
un mes desde su estancia en Desembarco del Rey y seguía obcecado en ignorarla.
Incluso su relación con Steffon había progresado mucho más que con ella. «Tú mismo», pensó al ver como de nuevo el
joven pasaba de largo, prestando más atención a algo que le comentaba el joven Baratheon.