TYWIN
A
pesar de haber sido una boda real, ésta no difería mucho de las demás. Era más
importante, de eso no cabía duda. Se notaba por los invitados allí presentes,
los lujos, la ornamentación de los vestidos, e incluso por el banquete. Pero
los recién casados no parecían entusiasmados por aquellos detalles. Tywin
apenas les vio charlar entre ellos, mucho menos mostraron gestos de cariño, y si en algún
momento llegaron a mirarse a los ojos, él no lo había presenciado.
«La mayor parte de los matrimonios son así, matrimonios
de conveniencia. Simples alianzas para unir dos casas o para mantener la sangre
Targaryen, como es el caso». Tywin sabía perfectamente cómo era el mundo en
el que vivía y lo había aceptado como tal. Veía lógica la unión entre dos casas
distintas por medio del matrimonio. Aquello era simple política y
diplomacia. Casi nunca se daba el caso en que los dos contrayentes se casaran
por gusto. Por ello las últimas bodas Targaryen habían causado estupor: tanto
el rey Aegon V como sus descendientes habían elegido a sus parejas por sí
mismos, porque se querían. «Pero ahora la
tradición incestuosa de los dragones ha vuelto».
Ver
un matrimonio entre dos hermanos le parecía una blasfemia, algo prohibido y
maldito… Se decía que la locura de los Targaryen provenía de sus uniones entre
hermanos, y a Tywin no le cabía duda sobre ello: la locura era el precio que
debían pagar por cometer tal insolencia a lo largo de los años. «Y luego seremos nosotros los que tendremos
que soportar las locuras de nuestros fabulosos y preciosos reyes», pensó el
Lannister justo antes de beberse un trago de vino.
Miró
a su alrededor y comprobó que su padre seguía inmerso en una conversación con
los señores de Aguasdulces y Altojardín. De hecho parecía haberse olvidado de
la presencia de su hijo mayor, aunque eso a Tywin no le importaba, así podría
observar mejor aquel escenario.
Se
encontraban en la Sala del Trono de Hierro, la cual habían decorado
perfectamente para la ocasión. Era la primera vez que Tywin veía el interior de
la Fortaleza Roja, por lo que quedó asombrado al observar las cabezas de los
dragones en aquellas paredes. «Verdaderamente
no exageraban su tamaño». Aquellos cráneos eran terroríficos, no había nada
de belleza en ellos, pero sí una gran grandeza y superioridad. La más grande de
todas era, sin duda alguna, impresionante. Tywin se levantó para acercarse más
al cráneo de Balerion y aquello no hizo más que aumentar la inmensidad de aquel
animal. «Es una suerte que ya no existan…
no quiero ni imaginar el desastre que podría causar sólo uno de estos».
–
Creo que ya es suficiente –gritó un hombre.
–
¡Sí! ¡Ya hemos esperado suficiente!
–
¡A encamarlos!
La
mayoría de los invitados estallaron en júbilo, mientras que los soldados y los
miembros de la Guardia Real se mantuvieron alerta. Tywin pudo comprobar cómo
Ser Barristan se cuadraba en su puesto, agarrando la empuñadura de su espada
por si en algún momento tuviera que hacer uso de ella. Mas la alegría de los
invitados se contradecía con la expresión de los recién casados: Aerys se puso
más serio que antes, y Rhaella se mostraba nerviosa y asustada. En apenas unos
segundos ambos Targaryen fueron rodeados, por lo que Tywin aprovechó para salir
de allí. Con tal desconcierto nadie se enteró de que él se estaba adentrando en
la Fortaleza Roja. «Una buena seguridad,
sin duda», pensó amargamente, terminando su copa de vino y dejándola en la
primera mesita que encontró.
Lo
cierto es que tampoco podía hacer mucho en el interior de un edificio que no
conocía, y aún menos en uno tan grande como ése. Si se adentraba demasiado
podría perderse entre tantos pasillos y no recordar el camino de regreso.
Era
una noche cerrada, así que apenas podía vislumbrar todos los detalles de aquel
lugar. Pero verlo a la luz de las velas le daba un aura más bella… y también
misteriosa. Tywin no conocía el lugar,
nunca había estado allí. Él mismo se describiría como un extraño, como un
extranjero que no se encontraba en su lugar… y aún así se sentía poderoso.
Aquellas paredes le hacían sentir así: cada baldosa que pisaba, cada retrato
que adornaba las habitaciones, cada vela que iluminaba su camino… todo. En
cualquier pequeño detalle se notaba el poder y la gloria de los reyes de
Poniente, y Tywin, por un momento, llegó a sentirse rey.
Cerró
los ojos un instante mientras seguía caminando, dejando que esa sensación le
invadiera por completo… hasta que un sonido le alertó. Tywin paró en seco, agudizando
sus oídos para averiguar de dónde provenía. Se percató de que era
algo constante y que cada vez se acercaba más. «Pasos. Alguien se aproxima». El muchacho respiró resignado. No tenía
nada que temer puesto que admirar la Fortaleza Roja no estaba prohibido. Pero
aquella persona que se acercaba seguramente le preguntaría el porqué de su extraño
paseo, y a él no le quedaría más remedio que volver al banquete.
Cuál
fue su sorpresa al ver que aquella persona no era un caballero de la Guardia
Real, ni tampoco un criado. Se trataba de Joanna.
–
Tywin –musitó ella, muy sorprendida de encontrarlo allí.
–
Joanna, ¿qué haces aquí? –Preguntó Tywin igualmente asombrado, tanto que no fue
consciente de que Joanna había dicho su nombre por primera vez. La muchacha se
extrañó ante aquella pregunta.
–
Debería ser yo quién preguntara eso, mi señor. Yo vivo aquí.
El
Lannister suspiró, mostrando una leve sonrisa y llevándose una mano a la
frente.
– Es cierto, por un momento lo olvidé. No esperaba encontraros aquí.
–
Ya veo –contestó ella, sonriendo al notar la vergüenza de Tywin por aquel error–.
¿Y vos qué hacéis aquí? Os hacía en el banquete.
–
Sí, me encontraba allí. Pero decidí dar un paseo por la zona –Joanna no pudo
evitar reír ante tal ocurrencia.
–
¿Y le agradan las vistas?
–
Sí, bastante. Tu hogar es un lugar inquietante.
–
Bueno, en verdad no es mi hogar… sólo vivo aquí.
–
Sí, eso dices, aunque nunca vas a la Roca, parece que no quisieras verme –dijo
con sorna.
–
¡Eso no es cierto! ¡En verdad deseo volver!
–
Oh, no puedo creerlo. Tantas veces he insistido y nunca has regresado.
–
Sois injusta conmigo, mi señor –Tywin no pudo reprimir una leve carcajada al
notar a la muchacha tan cohibida.
–
¿En verdad lo soy?
–
Sí, sabéis que tengo asuntos que atender. La princesa Rhaella me…
–
Sí, lo sé, te necesita. Aunque ahora no creo que te necesite mucho. Tiene un
esposo que se encargará de ella.
–
Lo dudo, mi señor. La princesa estará peor tras este suceso.
–
Ahg –suspiró Tywin–, al final voy a tener que llevarte a rastras.
–
¿Seríais capaz de hacer algo así?
–
Por supuesto –contestó con decisión. Joanna comenzó a reír al imaginar algo
así, y a Tywin se le iluminaron los ojos al verla tan feliz. «Definitivamente tienes que ser mía».
–
¿Y por qué tantos deseos para que vuelva? –Preguntó ella sonriente–. Hace un
año apenas me conocíais.
–
Sí, pero ahora te conozco. Y mentiría si no te dijera que deseo conocerte más…
estar más tiempo a tu lado –Joanna se ruborizó ligeramente ante aquellas
palabras.
–
¿Más tiempo… conmigo? –Había dudado al realizar aquella pregunta–. ¿Por qué
conmigo, mi señor?
–
¿Tengo que decirlo?
Joanna
volvió a dudar en aquel momento, parecía no entender por qué Tywin no había
respondido directamente a su pregunta.
–
Sí –dijo finalmente–. Me gustaría saberlo.
El
joven se mantuvo unos segundos mirando aquellos ojos verdes, preguntándose a sí mismo si debería
contestar o no. Era extraño para él porque se encontraba nervioso, y aquello le
estaba haciendo dudar demasiado. «¿Debería
ser sincero con ella?». Sin embargo, mientras su mente se debatía por
aquella cuestión, sus pies avanzaban poco a poco hacia Joanna, más por instinto
que por voluntad, y cuando quiso darse cuenta estaba prácticamente pegado al
cuerpo de la mujer.
Ella
no se había movido del lugar, no había retrocedido ante el avance de Tywin, pero
sus mejillas estaban cada vez más sonrojadas y sus ojos más abiertos. Se la
notaba sorprendida y nerviosa, y, a pesar de todo, seguía ahí. Tywin alzó su
mano derecha y acarició con suavidad la mejilla de Joanna, palpándola con la
yema de los dedos. Solo con aquel leve contacto se sintió sumamente turbado.
La
joven suspiró y cerró los ojos al sentirlo. Poco después entreabrió los labios
y se armó de valor para volver a preguntar: – ¿Por qué conmigo? –Dijo en un
susurro.
Tywin
no pudo contenerse más. Aprovechó que Joanna no le miraba en aquel momento para
pegarse a su cuerpo y juntar así sus labios con los suyos, con cierto temor a
que la chica se separara pero también con decisión.
Mas
Joanna no se separó, y aunque en un principio se mantuvo completamente rígida,
Tywin pudo comprobar que poco después ella le correspondía. Era un beso suave,
delicado y casto, y él se sentía maravillado al notar los suaves y carnosos
labios de Joanna sobre los suyos propios.
Al
separarse ambos suspiraron fuertemente, mezclando sus respiraciones y mirándose
a los ojos sin saber muy bien qué hacer o decir. Fue entonces cuando Tywin respondió.
–
Porque os amo, Joanna.
AÑADKFJAÑLSDJFLSKASKFJAÑSKDJÑSAKJDÑFKSJDFJKASDFKASÑDKFJAÑSDKFJA *muere sin remedio, pero resucita para poder decir* Por favor, ha sido MARAVILLOSO. Una se lo ve venir, pero está deseando leerlo y BOOOOOOM. Fantástico capítulo. Ahora a ver a ese Tywin loco de amor después de semejante momentazo.
ResponderEliminar¡¡Graciaaaaaaas!!
Bueno, y la foto ya es añdjkfañssfjasñ
ResponderEliminarLa foto la encontré de chiripa hace ya varios días y pensé: Oh God, tal y como lo imaginaba.
EliminarMe temo que como te guste mucho Tywin en modo amoroso vas a morir muchas veces. Aunque eso será buena señal, jaja.
Me alegra ver que te ha parecido tan bueno, que has fangirleado mucho y que has estado deseando el momento hasta el final. Madre mía, habrás sufrido mucho, jajaja.
P.D.: Gracias por la ayudita ortográfica ;)
¡MADRE MIAAAA! ¡POR LOS SIETE! piiiiiiiiiiiiiiiiiiii *infarto ovaril* En serio HA SIDO ÉPICO. He tenido que recoger los ovarios del suelo.¡¡¡ ¡Capitulazo!!!!!!!!!!! #OmaiElTywin abdadmhakjhdakjdhkadhakhdkahdkahdkahdkahdkahd
ResponderEliminarJajajajaja, ¡a este paso os dejo a todas estériles!
EliminarMuchísimas gracias por los comentarios y los elogios, espero que los siguientes capítulos sean igual de buenos para vosotras ^^ Y que sigáis fangirleando, jajaja.
Por favorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!! Me ha encantado!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Ese beso ha sido PERFECTO!!!!!!
ResponderEliminarPero vamos por pasos. Tywin escupiendo para arriba hablando del incesto jajaja, ese golpe ha sido muy bueno.
Después decir que odio los encamamientos, menos mal que está Ser Barri ahí. ¡GRANDE!
(Me doy cuenta la de mayúsculas que pongo por la emoción, jajaja).
y vuelta a ese momento privado: clack clack clack *suenan aplausos*. Necesito más.
En cuanto entre a la Reina RT, necesito irme unos días.
Gracias por tu historia.
Cristina.
El primer beso de la parejita >_<
EliminarJajaja, sí, a Tywin no le gusta nada el incesto. Y fíjate, luego lo tendrá dentro de su propia familia, jajaja.
A Ser Barristan lo tengo que mencionar siempre que aparezca porque es un personaje que lo merece. Me encanta.
Jajaja, me alegro, veo que este beso ha gustado a todas :P
Descanse unos días, Alteza. Le vendrán bien.
Muak! :3 <3