Fanfic que recrea la juventud y el ascenso de Tywin Lannister al poder. Está basado en la saga de libros "Canción de Hielo y Fuego" de George R.R. Martin, por tanto ni los personajes ni los lugares me pertenecen.

viernes, 9 de enero de 2015

Capítulo 31

JOANNA

– Oh, por cierto, hoy llegó un cuervo –dijo tendiéndole el rollo de un pergamino que guardaba en el interior de sus ropajes–. Me tomé la libertad de cogerlo por ti, espero que no te importe.

Joanna tomó aquel pergamino con mayor rudeza de la que pretendía, pero al comprobar que el sello no era un león y que, además, permanecía intacto, respiró tranquila y logró calmar sus nervios.

– ¿Ocurre algo? Si te molestó no volveré a…
– No, no importa –le cortó Joanna–, siento haber sido tan brusca, no pretendía actuar así con vos. Disculpadme.

Aerys sonrió ligeramente de lado. Dejó caer su cabeza sobre su mano derecha a la vez que apoyaba el codo en la mesa, obteniendo así una mejor visión de la chica. Joanna no pudo ocultar una leve sorpresa al ver aquella expresión. Le resultaba realmente enigmático y, curiosamente, mucho más atractivo que de costumbre.

– Estás muy alterada últimamente –dijo finalmente Aerys sin borrar aquella sonrisa–. ¿Es por causa de tu familia?
– Así es, Alteza –respondió secamente. Le resultaba imposible añadir algo más.
– ¿Ha habido novedades? Se comenta mucho que estos sucesos podrían suponer la caída de la casa Lannister… ¿Tú qué opinas?
– No sé nada de eso, Alteza, mas confío ciegamente en mi familia.
– Eso está bien, después de todo, la familia es lo único que nos queda.
– Opino lo mismo.

Aerys volvió a sonreír de aquella forma tan sumamente misteriosa para Joanna, lo cual provocó un leve escalofrío en el cuerpo de la chica.

– Si me permitís me retiraré a mi alcoba, me gustaría leer la carta.
– Faltaría más, yo también debo atender ciertos asuntos –comentó justo antes de ponerse en pie–. Nos veremos más tarde.
– Cuando gustéis…

El príncipe inclinó levemente la cabeza y se marchó. Joanna respiró profundamente y cerró los ojos para tranquilizarse. «Realmente tiene razón, estoy demasiado nerviosa.» Desde que Tywin se marchara, no había recibido ninguna noticia, lo cual la angustiaba enormemente. Solo escuchaba rumores que no paraban de circular por toda la capital. Hablaban de traiciones, de revueltas, de la inminente caída de la casa Lannister, e incluso de asesinatos y suicidios. La joven sabía que no debía creer en esas habladurías, pero ante la falta de noticias sentía que, quizás, alguno de aquellos rumores podría esconder algo de verdad.

La presencia de Aerys tampoco ayudaba en aquellos momentos. Después de su enfermedad había vuelto a acercarse a ella, aunque su comportamiento era mucho más comedido que antes, lo cual Joanna agradecía gratamente. Aún así, el joven Targaryen seguía siendo una persona muy inquietante para ella.

«Es realmente enigmático, nunca sé qué es lo que se le pasa por la cabeza», pensaba mientras subía las escaleras hacia su alcoba. «En muchas ocasiones me sorprende con una sonrisa increíblemente dulce y de repente parece que estuviera poseyéndome sólo con la mirada.»

Volvió a suspirar una vez se sentó en su cama, ya algo más relajada. Miró la carta que tenía entre sus manos y sonrió al ver de nuevo aquel blasón. Las palabras de una buena amiga eran justo lo que necesitaba en ese preciso instante. Rompió el sello y comenzó a leer la carta de Loreza, que la sorprendió y alegró a partes iguales. Había tenido otro hijo, un varón sano y fuerte.

– No me dijiste nada de este nuevo embarazo –dijo Joanna sonriendo–, maldita…

Aquella carta denotaba que Loreza estaba realmente feliz, pero también se mantenía cautelosa. Había perdido a dos hijos cuando solo eran bebés, y su hija Elia resultó ser una niña muy delicada y enfermiza. La madre tenía que estar constantemente pendiente de ella para que no le ocurriera nada, y ahora haría lo mismo con el recién nacido. Mas Joanna presentía que aquel niño sería tan fuerte y saludable como su hermano mayor.

– Oberyn Nymeros Martell… es un buen nombre. Un nombre de guerrero…

Estaba sumergida en sus propios pensamientos cuando alguien llamó a su puerta, provocando que Joanna se sobresaltara.

– ¿Sí?
– ¿Interrumpo? –Preguntó Rhaella al abrir la puerta. La princesa parecía algo sorprendida y extrañada.
– No, para nada. ¿Ocurre algo?
– Oh... creí que estabas con alguien… juraría haberte oído hablar.
– Escuchasteis bien –confesó Joanna, sin poder evitar la risa–. Hablaba conmigo misma… bueno, con Loreza –dijo mientras mostraba la carta.
– ¿Tuviste noticias de ella? ¡Al fin!
– Sí –sonrió la Lannister–. ¿Sabéis? Ha tenido un hijo, un varón. Nos ocultó su embarazo por temor a perderlo. Qué boba…

Después de varios segundos en completo silencio, Joanna comprendió que algo no iba bien: – ¿Qué sucede? No parecéis muy contenta con las buenas nuevas…
– No, no es eso –Rhaella sonrió levemente–. Por supuesto que me alegro, solo que me parece muy curioso.
– ¿Curioso? No os entiendo.

Rhaella se acercó y se sentó con suavidad al lado de Joanna, como solo los Targaryen sabían hacer.

– Creo… creo que estoy encinta.

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