KEVAN
El
ambiente era tenso. Cualquier palabra cortaba el aire como si de una afilada
espada se tratara. Por no hablar de las duras e impenetrables miradas.
–
No sé cómo habéis podido llegar a esto, ¿hasta dónde llega vuestro grado de
inutilidad?
–Guarda
un poco de respeto, muchacho. En ningún momento se le ordenó a Stafford y a su
pandilla de ineptos que se acercaran a los territorios de los Tarbeck. Si han
sido capturados, ha sido por su falta de cerebro.
–
Desde luego, aquí parece que hay escasez de juicio. Es una vergüenza, una
maldita vergüenza.
–
Basta ya, marchaos de aquí. No nos sois de ninguna ayuda.
–
Joven señor, creo que os estáis precipitando…
–
Largaos y no me hagáis volver a repetirlo.
Simple
y contundente, ni siquiera tuvo que alzar la voz. Uno a uno, los señores de las
casas vasallas y varios de los aliados más importantes de los Lannister fueron
abandonando la sala, dejando únicamente a Tytos, Tywin y el propio Kevan. El
más joven de los hermanos asintió levemente con la cabeza y se giró, dispuesto
también a marcharse de allí.
–
Tú no, Kevan –recalcó Tywin con firmeza–. Necesito que me expliques todo lo que
ha pasado aquí. Desde el principio y sin saltarte nada.
–
Está bien –murmuró.
Kevan
tomó asiento en una de las múltiples sillas que habían quedado libres y se
mantuvo en silencio durante un momento, pues necesitaba poner en orden todos
los acontecimientos que se habían producido en esos últimos días. Cuando por
fin alzó la vista, comprobó que su hermano aún permanecía en pie, esperando. El
joven respiró profundamente y comenzó a hablar.
Explicó
el momento en el que apresaron a Lord Walderran Tarbeck por deslealtad hacia la
casa Lannister y como habían pasado los días sin llegar a una conclusión
concreta, sin saber qué condena deberían ejecutar. Explicó la incursión de
Stafford en las mazmorras y como después había partido hacia Torre Tarbeck
junto con dos soldados más, igual de jóvenes e imprudentes que él, con la
supuesta intención de tomarse la justicia por su cuenta; o quizás solo para
burlarse de Lady Ellyn, la esposa de Lord Tarbeck. Y explicó también como
Ellyn, en vez de acobardarse, capturó a los tres hombres Lannister para así
poder ofrecerle una propuesta al señor de Roca Casterly.
–
¿Y cuál es esa propuesta? –Preguntó Tywin.
–
Si liberamos a Lord Tarbeck, ella liberará a los Lannister –respondió Kevan–.
Si no lo hacemos, tomará represalias contra los apresados.
Tywin
soltó una leve carcajada cargada de rabia e ironía.
–
Odio a esa mujer –confesó entre dientes–, la odio, siempre la he odiado.
–
No deberías decir eso, Tywin –comentó Lord Tytos con serenidad–, ella fue tu tía y
podría haber seguido así si mi hermano no hubiera muerto.
–
No vuelvas a recordarme eso nunca más –le increpó Tywin–. Si hubiera ocurrido
así, esa mujer sería ahora señora de Roca Casterly y me asquea el mero hecho de
imaginarlo.
–
Eres demasiado exigente…
–
Y vos demasiado amable y permisivo. ¿No os dais cuenta de que a esa mujer lo
único que le mueve es el rencor por no haber conseguido lo que mi señora madre?
–
Ser señora de Roca Casterly –murmuró Kevan, cuyos labios se movieron
prácticamente por acto reflejo–, ser Lady Lannister…
–
¿Veis? –Remarcó Tywin, sin apartar la vista de su padre–, no soy el único que
se percata de tales evidencias.
Tytos
suspiró y decidió guardar silencio, como si no tuviera ninguna intención en
discutir sobre ese tema. Tywin también permanecía callado aunque se le veía
pensativo, como si hubiera algo que no terminara de comprender.
–
¿Avisasteis a todas las casas vasallas? –Preguntó al final.
–
Así es –contestó Kevan.
–
Extraño… no he visto a los Reyne –Kevan suspiró. Temía que llegara ese momento.
–
No hemos tenido noticias de Lord Roger en todo este tiempo… parece que ha
adoptado una posición neutral en este asunto –respondió Kevan.
La
expresión de Tywin cambió significativamente, ya no se sabía si estaba furioso
o preocupado, o si directamente aquello ya le resultaba absurdo.
–
No sé de qué me sorprendo –reconoció después de beber un trago de agua–. El león rojo de Castamere… –de nuevo una
leve carcajada–, fue nuestro mejor aliado y ahora se ha convertido en nuestro
mayor enemigo.
–
¿Enemigo? –Preguntó Tytos sin comprender.
–
Sí, y la verdad no me extraña.
–
Lo que dices no tiene sentido. Explícate.
–
Es sencillo: Ellyn es su hermana. Seguramente ha decidido posicionarse del lado
familiar.
–
Ridículo, Roger siempre fue leal a nuestra familia y a nuestra casa –objetó
Tytos–. Siempre estuvo muy unido a mis hermanos y a mí.
–
Sí, hasta que decidiste casar a Genna con ese Frey antes que con el primogénito
de el león rojo.
Lord
Tytos enmudeció y se sonrojó levemente: – Él no me traicionaría sólo por ese
motivo. No. Eso es imposible.
–
Pensáis así porque sois incapaz de ver maldad en las personas. Creéis que todos
son tan amables, generosos e indefensos como vos, mas pronto comprobaréis lo
engañado que estáis.
Un
silencio sepulcral volvió a hacer acto de presencia en aquella lúgubre
habitación. Kevan ya ni siquiera sabía por qué seguía allí, observando esa
batalla verbal entre su padre y su hermano. De hecho ni siquiera se atrevía a
objetar alguna opinión mientras Tywin estuviera ahí. «Sería absurdo hablar ahora, él rechazaría de pleno cualquier
sugerencia, más bien debería marcharme, sí…»
–
Kevan –le llamó inesperadamente, provocando que el muchacho se sobresaltara. El
joven miró a su hermano a los ojos, esperando por lo que tuviera que decirle–.
Dijiste que se apresó a Lord Tarbeck por deslealtad, ¿no es así?
–
Sí, justo así.
–
¿Y quién descubrió tal deslealtad?
–
Yo –respondió Tytos de repente, causando que Tywin se sorprendiera enormemente.
–
¿C-cómo?
–
Eso no nos concierne ahora, debemos darle una respuesta a Lady Tarbeck y cuanto
antes. Con esta conversación solo perdemos el tiempo.
–
Sí, en eso debo daros la razón –reconoció Tywin–. Y bien, ¿qué pensáis
responder?
–
Que acepto su oferta: liberaré a Lord Walderran Tarbeck si ella hace lo mismo
con los tres prisioneros Lannister.
Tywin
chasqueó la lengua y suspiró: – Qué original de vuestra parte.
–
¿Acaso tú tienes una idea mejor? –Preguntó su padre.
–
Sí –Tywin apoyó ambas manos en la mesa y se inclinó hacia adelante, mirando
fijamente a su progenitor–. Ella tiene a tres presos y nosotros sólo a uno. Veo
una clara desigualdad en este trato que nos ofrece, así que le devolveremos a
Lord Tarbeck. Sí, se lo devolveremos… pero en tres piezas, una por cada
Lannister apresado. Ése sería sin duda un trato más justo, ¿no creéis?
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