Fanfic que recrea la juventud y el ascenso de Tywin Lannister al poder. Está basado en la saga de libros "Canción de Hielo y Fuego" de George R.R. Martin, por tanto ni los personajes ni los lugares me pertenecen.

viernes, 24 de abril de 2015

Capítulo 35

TYWIN

La ceremonia de coronación fue realmente austera, más teniendo en cuenta que los Targaryen eran muy propensos a celebrar este tipo de actos por todo lo alto. Pero esta coronación no venía precedida solo por la muerte del anterior rey, sino por una tragedia que se había cobrado la vida de varias personas. Podía decirse que la sala del Trono de Hierro estaba prácticamente vacía. Jaehaerys ya había ocupado su puesto en el susodicho trono, con la corona de los tres dragones sobre su cabeza y recibiendo el juramento de todos los señores de Poniente. Le custodiaban Ser Harlan y Ser Gerold, de momento los únicos integrantes de la Guardia Real. Su esposa y también hermana se mantenía a su lado, en pie, asintiendo a la misma vez que su marido, mientras que sus hijos, los nuevos Príncipes de Rocadragón, se encargaban de atender a los demás presentes por el resto de la sala.

Tywin hablaba lo justo y necesario, con respeto pero siempre guardando las distancias. Prefería que no le atosigaran demasiado, sobre todo después de todo lo sucedido con los Tarbeck. Aún así notaba que Aerys no dejaba de mirarle, y parecía que ni siquiera le importara el hecho de que Tywin ya se hubiera percatado de ello. Empezaba a incomodarle el saber que había un par de ojos que no le quitaban la vista de encima. «Siete Infiernos, es demasiado descarado. ¿Qué es lo que pretende?»

El Lannister estaba ya harto de tanta vigilancia, así que buscó la manera de salir de allí sin que nadie le molestara, tarea que le resultó imposible pues al momento sintió como alguien pasaba un brazo por detrás de sus hombros.

– ¿Huyes, amigo Lannister? –Le preguntó Steffon, con aquella sonrisa tan típica en él y sin separar su brazo, como si se conocieran de toda la vida.
– ¿Desde cuándo soy yo vuestro amigo? –Le espetó Tywin, apartando el brazo del moreno.
– Eh, calma, he venido en son de paz –dijo alzando las manos, aunque la picardía no se borraba de su rostro.
– ¿Qué queréis? –Preguntó Tywin, dirigiendo su mirada a otro lugar. Lo que menos le apetecía en ese momento era hablar con tal “sujeto”.
– Sólo conversar. Tampoco es necesario que me trates con tanto respeto, ¿eh? Después de todo soy más joven que tú y ayer cruzamos nuestras espadas hasta casi la muerte. Esa es toda una prueba de amistad.
– ¿Vos creéis?
– ¡Por supuesto! –Exclamó. Tywin le lanzó en ese momento una mirada de reproche y luego respiró hondo.
– ¿Estáis seguro de que no sufristeis algún daño en esa cabeza vuestra? Porque jamás imaginé que alguien a quien he estado a punto de matar me considerara su amigo.

Steffon empezó a reír, tan escandalosamente que varios de los que se encontraban a su alrededor le miraron sin comprender. Tywin ya tenía suficiente con aguantar las miradas de Aerys, no necesitaba más.

– Realmente eres un hombre muy interesante –dijo el moreno cuando sus carcajadas pararon–. Creo que tú y yo haríamos un buen equipo.
– Permitidme que lo dude.
– Vamos Tywin, no seas cascarrabias. Debemos aprovechar este acontecimiento para conocernos mejor. ¿Cuándo regresarás a tu hogar?
– Esta misma tarde –respondió, aliviado al saber que no tendría que soportar más al joven Baratheon.
– Vaya, me temo que eso no va a ser posible, mi querido amigo.
– ¿Por qué? ¿A qué os referís? Y no soy vuestro amigo.
– Mi padre, al comprobar que tú y yo hemos iniciado una bonita amistad… –Tywin se crispó al oír de nuevo aquella palabra–, me pidió que te avisara yo mismo.
– ¿Avisarme sobre qué? –Preguntó de nuevo el rubio, ya a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.
– Quiere hablar contigo esta tarde para solicitarte algo. Asegura que es importante.
– ¿Y qué puede querer vuestro padre de mí?
– Mi padre no, los Targaryen.
– ¿Qué? –Tywin frunció el ceño, no comprendía absolutamente nada.
– Ah, ¿no lo sabes? –Steffon volvió a reírse y le dio una fuerte palmada en la espalda–. ¿Pero en qué mundo vives, Tywin? Mi padre será la nueva Mano del Rey. Jaehaerys se lo pidió ayer durante la comida y él aceptó.
– Comprendo –murmuró Tywin, recordando cómo se había librado de aquella comida para ver a Joanna.
– Lo dicho, nos esperará a ambos en la sala del consejo.
– ¿A ambos?
– Oh, sí, ¿no te lo dije? Por lo visto a mí también quieren comentarme algo "sumamente importante" –dijo remarcando las últimas palabras.

En aquel momento Tywin sentía que las miradas de Aerys eran cada vez más abrasadoras. Estaba claro que él tenía algo que ver en todo esto, pero no podía explicar el qué, por más que lo pensara.
Cuando por fin logró zafarse de Steffon Baratheon y salir de aquel maldito lugar pudo respirar con tranquilidad, aunque aquella petición le extrañaba de sobremanera. No tenía la menor idea de lo que Aerys podía querer de él. Ni siquiera lo conocía, «¿por qué tanto interés de repente?»

– ¿Mi señor?

De nuevo alguien volvía a interrumpir sus pensamientos, pero aquella voz era mucho más agradable que la de Steffon.

– Joanna –murmuró Tywin al girarse y comprobar que, efectivamente, era ella.
– ¿Ocurre algo? –Le preguntó mientras se acercaba, haciendo un gesto para que la otra doncella que la acompañaba siguiera adelante–. En seguida voy –le dijo a la chica.
– No lo sé exactamente –Joanna le miró extrañada, pero Tywin no continuó hasta que la otra doncella se hubo alejado lo suficiente–. La Mano del Rey ha solicitado una audiencia conmigo. Por lo visto los Targaryen precisan algo de mí y creo que se trata de Aerys.
– ¿Aerys? –Repitió Joanna, mostrándose incluso más confundida que él–. ¿Por qué pensáis que se trata de él?
– No ha dejado de mirarme durante toda la ceremonia de coronación –respondió crispado–. Creí que tú podrías saber algo de todo esto, prácticamente convives con ellos, pero veo que estás tan aturdida como yo.
– Es realmente extraño –susurró, apartando la mirada de él, algo que levantó las sospechas de Tywin–. Tengo que dejaros –murmuró la joven poco después–, la princesa acaba de solicitar nuestra presencia.
– Comprendo.

Y sin más preámbulos Joanna fue alejándose de él, sin volver la vista atrás. Aquello le desconcertó por completo. «Joanna jamás se ha comportado así, prácticamente ha salido corriendo, como si quisiera huir de mí.» Tenía la sensación de que la joven le estaba ocultando algo y eso le molestaba en exceso. Más si se trataba de ella.

No estaba precisamente de buen humor cuando, a la tarde, entró en la Sala del Consejo, mucho menos al ver que Steffon ya estaba allí.

– ¡Tywin! –Exclamó al verle, acercándose y dándole de nuevo una palmada en el hombro. «Parece que ésta es su habitual forma de saludar», pensó irritado–. Maldito seas, hoy te escapaste sin siquiera despedirte, ¿es que nadie te enseñó modales? –Le preguntó el Baratheon. «¿Acaso alguien te los enseñó a ti?» Pensó Tywin al momento.
– Tywin Lannister… –un hombre idéntico a Steffon, solo que más corpulento y con varios años más, se acercó a él–. ¿Entonces eres tú el que casi mata a mi hijo durante un “entrenamiento”?
– Más bien fue al contrario, padre –murmuró Steffon haciendo un mohín. Tywin le miró con suspicacia antes de volverse para contestar a Lord Ormund Baratheon, quien ya portaba la insignia de la Mano del Rey sobre el pecho.
– Así es, señor –respondió secamente. Ormund sonrió y, aunque su sonrisa era también muy similar a la de Steffon, ésta no denotaba ningún atisbo de prepotencia. Solo transmitía amabilidad.
– Me alegra saberlo –comentó–, ya es hora de que alguien ponga en raya a mi hijo.
– ¡Padre! –Gritó Steffon mientras el aludido se reía. «¿Acaba de felicitarme porque casi maté a su hijo? Familia de locos…»
– Bueno, vayamos al grano: tengo una petición que haceros a ambos.

Tywin le miró con gesto serio, esperando a que continuara. En cambio a Steffon no parecía importarle mucho ese asunto, de hecho se mostraba más indignado por lo que su padre había dicho anteriormente.

– El príncipe Aerys solicita vuestros servicios como sus pajes reales –explicó.
– ¿Cómo? –Preguntó Tywin, que no se creía lo que acababa de escuchar–. ¿Sus pajes? ¡Yo no soy ningún criado!
– No os requiere como sus criados, sino como sus acompañantes, como sus manos derechas. Parece que quedó realmente impresionado con vuestra lucha y por eso os ha elegido a vosotros.
– Esto es una locura –empezó a hablar Tywin–, tengo otros asuntos más importantes que atender en la…
– ¡ES GENIAL! –Exclamó un eufórico Steffon, interrumpiendo a Tywin y ya sin rastro alguno de su infantil enojo–. Así pasaremos más tiempo juntos, amigo Lannister –mencionó antes de darle otro manotazo en el hombro.
– No creo que pueda aceptar esta solicitud –explicó algo irritado.
– ¡Vamos! ¿Otra vez vienes con esas?
– Te suplico que lo medites con más tiempo –le pidió Ormund–, ser los compañeros del Príncipe de Rocadragón es algo que nadie pasará por alto. Serás mucho más que el hijo de Lord Tytos Lannister. Reconsidéralo, ¿de acuerdo?

Tywin salió de aquel lugar después de prometerle a la Mano que pensaría detenidamente en aquella solicitud, pero lo cierto es que no tenía nada en lo que pensar. La situación ya era lo suficientemente complicada en las Tierras de Occidente como para marcharse de allí en ese momento. No, no iba a quedarse en Desembarco disfrutando de los placeres de la realeza cuando su familia se enfrentaba a una inminente traición.

Se disponía a salir de la Fortaleza cuando volvió a cruzarse con Joanna por los pasillos. Esta vez iba ella sola, pero al verla no experimentó la misma alegría que la vez anterior. De hecho estaba furioso, y no albergaba ningún interés en hablar con la chica, al menos no en ese momento. Intentó pasar de largo, aunque supuso que eso sería imposible.

– ¿Mi señor? –Murmuró Joanna, observándole confundida–. ¿Os encontráis bien?
– Perfectamente –contestó sin mirarla–, solo quería tomar un poco de aire fresco, si es que se puede decir que el aire de Desembarco es fresco, porque yo juraría que es putrefacto –añadió con altivez y encogiendo los hombros.
– ¿Seguro que estáis bien? –Volvió a preguntar la chica, realmente preocupada–. Nunca os había visto así.
– Será porque nunca has visto cómo reacciono ante las mentiras.
– ¿Mentiras? ¿A qué os referís? ¿Tan grave ha sido esa reunión con Lord Baratheon?
– La reunión ha sido de lo más amena –comentó con ironía, lanzándole en aquel momento una mirada cargada de rabia y dispuesto a marcharse sin añadir ni una sola palabra más, pero Joanna agarró su brazo en ese mismo momento, impidiendo así su marcha.
– Me estáis ocultando algo –murmuró Joanna, mostrándose algo impaciente–, y no me gusta vuestra forma de mirarme.
– Tendrás que acostumbrarte, no puedo cambiar de ojos.
– ¡Basta ya, Tywin!

El joven aspiró aire con fuerza, mas no pudo relajar su contraído rostro. Joanna comenzaba a mostrarse tan furiosa como lo estaba él, por lo que le incentivó a que siguiera caminando: – No quiero discutir aquí con vos –susurró la chica sin soltarle.

Le llevó de nuevo hasta su habitación, sin mencionar ni una sola palabra durante el camino. Una vez dentro cerró la puerta y volvió a encararlo con la mirada.


– ¿Y bien? –Preguntó ella.
– ¿Y bien qué?
– ¿No pensáis contarme el motivo por el que estáis tan disgustado conmigo?
– ¿Acaso no lo sabes ya?
– No tengo ni la más mínima idea.
– No mientas, Joanna… no me hagas creer que no sabías nada de esto. Antes prácticamente saliste corriendo para no decirme nada. ¡Me rehuiste!
– ¡Eso no es cierto! Ya os lo dije, tenía asuntos que atender.
– Sí, sí, claro, “asuntos” –comentó Tywin con sorna, poniendo los ojos en blanco.
– Comenzáis a exasperarme…
– Tú lo sabías, Joanna –le recriminó el joven, acercándose a ella–, sabías que Aerys me quería como su paje real.
– ¿Qué? –Preguntó la chica, abriendo los ojos de par en par y mostrándose realmente sorprendida, algo que hizo dudar a Tywin durante un instante.
– No finjas sorpresa, tú lo sabías. Por eso huiste.
– Tywin, yo no sabía nada de eso.
– Ya… –renegado se dio la vuelta, aunque no llegó a salir de la habitación.
– Aún así no entiendo por qué habría de ocultaros algo así, ni tampoco comprendo vuestro enfado por la posición que se os ofrece.
– No quiero esa posición, no la necesito. Yo no soy el criado de nadie, y como paje dudo que pueda ayudar a mi familia en algo.
– Tenía entendido que las revueltas de los Tarbeck estaban más que solucionadas.
– Sí, eso es lo que todos creéis, que los Tarbeck ya se han dado por satisfechos y solo quieren paz. Por todos los Dioses, Joanna, te hacía más inteligente.
– ¿Ha habido algún ataque recientemente? –Preguntó la chica sin acobardarse.
– No –respondió Tywin a regañadientes.
– ¿Alguna pista o señal de una inminente revuelta? –El chico chasqueó la lengua ante la insistencia de la joven.
– No –murmuró con desgana.
– Entonces no comprendo por qué tanta preocupación. Estaréis en la capital, con la familia real… Si se diera alguna revuelta os enteraríais en seguida.
– Pero si estuviera en la Roca a lo mejor podría evitar que sucediera.
– ¿Y rechazar esta posición por algo que ni siquiera podéis asegurar que ocurrirá?
– Ocurrirá, estoy seguro.
– ¿Ah, sí? ¿Cuándo, mañana? –Tywin frunció el ceño ante el atrevimiento de Joanna.
– ¿Me estás desafiando?
 – ¡Intento haceros entrar en razón! Y dudo que Aerys os requiera como su criado, ya tiene demasiados. Él considera a sus pajes como sus consejeros, algo similar a lo que es la Mano para el Rey.
– ¿Y crees que eso debería enorgullecerme?
– Debería –remarcó Joanna, visiblemente enfadada–. Es todo un prestigio ser la persona de confianza del futuro rey. Además, creí que el hecho de permanecer aquí os haría feliz.
– ¿En serio? –Tywin soltó una carcajada llena de sarcasmo–. ¿Y por qué debería hacerme feliz el vivir en la capital?
– Porque pasaréis más tiempo conmigo, ¿o acaso mentisteis al decir que estabais enamorado de mí?

Aquello fue un golpe bajo para Tywin, que abrió los ojos con sorpresa pero sin ser capaz de mover ni un solo músculo durante varios segundos. Finalmente logró sobreponerse y se acercó a ella, visiblemente molesto.

– Jamás mentiría en un asunto como ese, no sé cómo podéis dudarlo.
– Entonces debe ser que ya no sentís tal amor por mí.
– ¡Por supuesto que lo siento! –Gritó Tywin, sin poder contenerse más.
– Pues si tan enamorado estáis de mí no debería preocuparos tanto vuestra ausencia en la Roca, ya que aquí estaréis a mi lado.

Tywin apretó con fuerza la mandíbula, sin dejar de mirar a Joanna a los ojos. Quería argumentar algo más, pero no sabía cómo hacerlo. Al final fue ella la que se separó y abrió la puerta de la habitación.

– Por mi parte ya está todo dicho. No tengo nada más que objetar. Si vos tampoco tenéis más que decir, os ruego que salgáis de aquí.

El chico la fulminó de nuevo con la mirada mientras se aproximaba a la salida.

– Yo he sido sincero contigo –dijo al situarse a su lado–, me preguntaba si tú lo seguirás siendo conmigo.
– Por supuesto –respondió Joanna con seriedad.
– Entonces responde a mi pregunta. Yo he confesado mis sentimientos, por segunda vez. ¿Puedes tú hacer lo mismo?

Joanna no mudó el rostro ante aquella pregunta, no hizo ni un solo gesto relevante. Simplemente se mantuvo en silencio varios segundos antes de responder.

– Esa es una cuestión que ahora mismo no puedo responder.

8 comentarios:

  1. Me hacen gracia los Baratheon XDDD Son muy simpáticos y abiertos. Tywin tiene genio, ¿eh? Pero a Joanna no le da miedo y eso me gusta. ¡Ganas de más!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, sí, Tywin tiene mucho carácter, y Joanna también xD De aquí puede salir de todo. Me encanta escribir a los Baratheon, soy tan fan de ellos, jajaja.

      ¡Gracias por comentar moza!

      Eliminar
  2. si a mi también me encantan los Baratheon, quiero beso ya porfaa T.T

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, creo que os estoy haciendo sufrir mucho con la parejita Lannister. Lo bueno se hace esperar ;)

      ¡Gracias por comentar!

      Eliminar
  3. uff excelente capitulo , espero ansioso el siguiente. felicidades por todo esto!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Mil gracias! Espero tener suficiente inspiración y publicar cuanto antes :D

      Eliminar
  4. Hace tres dias que descubri tu relato y me ha fascinado. Ahora espero el proximo...... muchas gracias

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Guau, ¡muchas gracias! Si lo descubriste hace poco significa que has tenido una buena maratón de lectura, jaja. Me alegra que te haya gustado y espero que siga así :D

      Eliminar