JOANNA
Despertó
empapada en sudor y no sabía si aquello se debía al calor habitual de la
capital o a los nervios que la embargaban. Se levantó con rapidez y apartó las cortinas de
las ventanas. Un brillante sol iluminó de golpe toda la estancia, dándole los
buenos días una vez más. Sonrió y miró la ciudad a través de los cristales.
Parecía que todos estaban preparándose para el torneo que el rey Aegon V había
proclamado.
–
Loreza despierta, tenernos que ir a…
Pero
al girarse vio que la otra cama estaba vacía. Su compañera se había ido sin
despertarla.
«Tengo que darme prisa». Se preparó un
baño y se vistió adecuadamente. Una vez estuvo lista, salió de su habitación y
caminó hacia los aposentos de la princesa.
–
Llegas tarde –escuchó nada más entrar en aquella sala–, no te habrás quedado
dormida, ¿no? Porque cuando desperté juraría haber oído ronquidos.
Aquella
mujer de tez morena y cabello negro como el azabache le sonrió amablemente
mientras ayudaba a la princesa con el vestuario.
–
Y eso que estaba nerviosa –comentó Rhaella en un tono divertido.
–
No os burléis de mí –dijo Joanna, percibiendo como un ligero rubor subía por
sus mejillas–. Perdonadme Alteza, no quería retrasarme.
–
No importa –aquella niña de pelo plateado volvió a sonreírle–. Y ya te he dicho
mil veces que no me llames así cuando estamos a solas.
–
Es la costumbre, Alteza.
De
nuevo volvieron a reír.
Joanna
apenas llevaba un mes en Desembarco del Rey como doncella de cámara de Rhaella
Targaryen. La princesa de Dorne, Loreza Martell, también era una de sus
doncellas, y en aquel corto espacio de tiempo habían desarrollado una bonita
amistad.
Loreza
era la heredera de la casa Martell y ya era madre de un niño de cinco años
llamado Doran. La joven Lannister sentía una gran admiración por la entereza de
aquella mujer y, aunque la diferencia de edad era grande, se trataban como si
fueran hermanas, llegando a confiarse secretos y fantasías cuando se quedaban a
solas en los aposentos que ambas compartían.
–
¿Por qué no me despertaste? –Le preguntó finalmente Joanna a su amiga.
–
Sabía que no habrías dormido bien por los nervios. Anoche estabas muy inquieta.
–
Es el primer torneo que voy a ver, tengo curiosidad por saber cómo es. Todos
esos caballeros, soldados,… debe ser emocionante.
–
¿No hay torneos en Roca Casterly?
–
Claro, pero mientras viví allí no se celebró ninguno. –Joanna se quedó un
momento en silencio–. ¿Crees que vendrá alguien de mi familia?
–
¿Un Lannister? Es posible –respondió Loreza, encogiéndose de hombros–. A este
tipo de torneos viene mucha gente, personas de todas las regiones de Poniente,
ya lo verás.
Joanna
sonrió ilusionada. Llevaba un tiempo alejada de su casa y lo cierto es que
extrañaba su hogar. Si alguien de su familia acudía a ese torneo, quizás
volviera a sentirse como en casa.
Las
horas pasaron con rapidez y, antes de que se diera cuenta, estaba sentada cerca
del palco real, admirando todo lo que había a su alrededor. Jamás había visto a
tantas personas, a tantos luchadores… Nunca había visto tantas banderas
distintas en un mismo lugar. Eran tantas que la mayoría no sabía decir de dónde
provenían.
–
¿Qué te parece? –Le preguntó una sonriente Loreza.
–
Increíble –respondió con asombro–. No solo es el primer torneo que veo, sino
que además estoy muy cerca de la familia real.
–
Ventajas de ser una de las doncellas de cámara de la princesa –dijo guiñándole
un ojo.
Joanna
aprovechó que aún no habían empezado las justas para fijarse en aquella familia
que ocupaba el palco central. Desde el primer día que los vio, la joven pudo
comprobar que era cierto todo lo que se decía de la extrema belleza de los
Targaryen, y aquellos cabellos plateados solo acrecentaban más esa cualidad. En
el centro de todos ellos se encontraba Aegon V, llamado Aegon el Improbable ya que había sido el
cuarto hijo del anterior rey, Maekar I. Sentada a su lado se encontraba su
señora esposa, y frente a ellos estaban sus dos nietos: Aerys y Rhaella.
–
Son todos tan… bellos –murmuró Joanna para sí misma, como si pensara en voz
alta.
–
Son Targaryens, es normal. Pero no creas que todos han sido guapos.
–
¿No? –Preguntó incrédula.
–
Esta familia tiene un pequeño defecto. Supongo que habrás oído hablar de la
locura Targaryen –Joanna asintió–. Algunos se dejan llevar por ella y acaban
destrozados, algo que también afecta a su increíble belleza.
–
Vaya… –Joanna volvió a mirar hacia el palco–. Bueno, aquí no parece que alguno
de ellos esté loco.
–
No, parece que no –confirmó Loreza riendo.
El
sorteo de las justas no se hizo esperar mucho y, después de un breve discurso
del rey, el espectáculo comenzó.
La
joven Lannister pudo distinguir con facilidad al actual Comandante de la
Guardia Real entre todos los participantes. «No me extraña que le llamen Ser Duncan el Alto, sobresale por encima de
todos».
También
pudo reconocer a los hijos del rey: Duncan el Pequeño y Jaehaerys, ambos con
aquel característico cabello.
Era
precisamente el primogénito del rey, el príncipe Duncan, el primero en actuar.
Su contrincante era un hombre joven, quizás demasiado joven como para
participar en un torneo de ese calibre.
–
Loreza, ese soldado… ¿no es peligroso que compita un chico tan joven? –La
dorniense rió ante la ignorancia de Joanna, lo cual avergonzó un poco a la
pequeña.
–
Ese chico es Barristan Selmy el Bravo,
y ya participó en un torneo cuando solo contaba con diez años.
–
¿En serio? –Preguntó Joanna, con los ojos muy abiertos de la sorpresa.
–
Así es. Saltó a las arenas como un caballero misterioso pero nadie le prestó
atención debido a su edad. No creían que un muchacho pudiera luchar contra
caballeros de tanto renombre… era algo absurdo si lo piensas con detenimiento.
En cambio, el príncipe Duncan vio algo más en él y aceptó su reto. Evidentemente,
Barristan cayó derrotado en aquella justa, pero mostró una valentía y una
destreza poco común en los chicos de su edad. Parecía poseer un talento innato.
Fue entonces cuando el príncipe le dio ese apodo, “Barristan el Bravo”, y como podrás suponer ya nadie le juzga por su
corta edad. Han pasado seis años desde aquel suceso y otra vez debe enfrentarse
al príncipe Duncan… ¿Crees que volverá a perder? –Preguntó con aquella sonrisa
dibujada en su rostro.
–
No lo sé pero… espero que no.
–
¿Esperas que no? ¿Por qué quieres que gane si no lo conoces?
–
Porque es la única manera que tiene de demostrar su potencial. Si con diez años
fue capaz de batirse en duelo a un príncipe, ¿qué no podría conseguir ahora?
Hay hombres que nacen para ser caballeros, y tengo la certeza de que él es uno
de ellos. No descansará hasta ver su sueño cumplido. Solo espero que, si lo
logra, sea el caballero que todos deseamos: uno que defienda a su rey pero
también a los inocentes e indefensos.
–
Bellas palabras querida. Ojalá lo que dices sea verdad.
Ambos
contrincantes estaban ya preparados, colocando sus lanzas correctamente.
Entonces los caballos comenzaron a galopar, cada vez más y más rápido hasta que
se produjo el choque. Joanna tuvo que parpadear varias veces para cerciorarse
de lo que acababa de ocurrir. Todo había sido tan rápido que casi no lo creía.
«¡Ha derribado al príncipe! ¡Le ha destrozado
el escudo!»
El
primogénito de Aegon permaneció unos segundos el suelo hasta que finalmente se
puso en pie. Hizo ademán de empuñar la espada pero su cuerpo se tambaleaba
ligeramente por el impacto recibido, así que tuvo que desechar la idea de combatir cuerpo a cuerpo.
Barristan bajó del caballo y se acercó a su adversario para ayudarle. El
príncipe le dedicó una cómplice sonrisa y le tendió la mano mientras le decía
algo que Joanna no alcanzaba a escuchar.
Justo
en ese momento, la joven recordó algo importante. Echó un vistazo alrededor
pero no vio lo que ella buscaba. No había banderas rojas con leones dorados.
Ningún Lannister había acudido al torneo.
Nota de la autora: El nombre de la princesa de Dorne (la madre de Doran, Elia y Oberyn) se desconoce, no se menciona en ninguno de los libros. He decidido llamarla Loreza ya que ese es también el nombre de la hija pequeña de Oberyn, y era el que más me gustaba de todos.
Nota de la autora: El nombre de la princesa de Dorne (la madre de Doran, Elia y Oberyn) se desconoce, no se menciona en ninguno de los libros. He decidido llamarla Loreza ya que ese es también el nombre de la hija pequeña de Oberyn, y era el que más me gustaba de todos.
añjdfasjñlsk Me encanta leer sobre personajes que conocemos: Aerys, Rhaella ¡Barristan! :3 Muero.
ResponderEliminarAins, que no hay ningún Lannister... A ver si de repente aparece todo rubio y guapísimo añdjsñjs
Barristan todo jovenzuelo, quién lo viera en aquellos años, jajaja.
EliminarEs lo bueno que tienen los capítulos de Joanna, está en otra ciudad con personajes muy importantes. Lo malo es que el exceso de Historia Ponientil puede aburrir xD
Y lo de si aparecerá o no... who knows? e.e
ahhhhhhhhhh! Me encanta!!! Cuanta gente importante pululando por Desembarco. jjeje ¡Ser Duncan! ahhhhhh! jeje
ResponderEliminarBarristan tan molón como siempre desde peque ueheeh ^^
Pues Joanna me ha caído bien.
Esperaba que en cualquier momento apareciese a caballo cierto joven ^^
Muy buen capi! I need more!!
Como molaría que hicieran una miniserie de las aventuras de Dunk y Egg, y con Barristan de jovenzuelo jajaja. Seguro que era mejor incluso de lo que es ahora.
EliminarLo de cierto joven a caballo... lo dejo en suspense xD
"Hay hombres que nacen para ser caballeros"... ¡FRASACA! Me ha gustado mucho el capítulo y como vas desarrollando la historia. Adoro el personaje de Joana y ya sé a quién salió Jaime.
ResponderEliminarLa forma de introducir a Barristan lo sencillo y chulo que nos pones en antecedentes... Todo. Adoro este fic.
Muchas gracias por escribirlo. Aprovecho además para decirte #FF yo también te quiero <3
Cristina
Es cierto, parece que Jaime se parece mucho a su madre :) Aunque de momento es solo una niña, quizás más adelante saque algo de carácter Lannister, jajaja.
EliminarMuchísimas gracias por pasarte y por tus palabras guapi <3