TYWIN
Gerion
corría como un loco por todo el salón principal de la fortaleza. Gritaba y
reía, jugando con uno de los niños Frey que debería tener la misma edad que él.
Aquello
le alteraba un poco. No le gustaba tanto bullicio, le ponía nervioso. Aún así,
Tywin hizo acopio de paciencia y se mantuvo tranquilo, mostrándose lo más
indiferente que podía.
Los
Frey habían llegado esa misma mañana, pocos días después de que llegara aquel
cuervo a Roca Casterly. Tywin conocía su historia por los libros, pero no les
había visto nunca antes.
Pero
Tywin no sospechaba de él por su rostro desagradable, sino por su expresión
avariciosa. Había escuchado algunos rumores entre los señores de las casas
menores, y cuando vio por primera vez aquella sonrisa de lado pudo comprobar
que todo lo que se había dicho de aquel hombre era cierto.
«Lleva todo el día con padre, hablando a
solas sobre “asuntos confidenciales”. Pero, ¿qué tipo de asuntos?»
Desconfiaba
de Lord Walder. No obstante, también desconfiaba de su propio padre, de su
debilidad. No sabía qué era lo que pretendían los Frey. Solo esperaba que,
fuera lo que fuese, su padre hubiera tomado la decisión correcta.
Gerion
volvió a pasar corriendo entre los bancos, provocando que una de las mujeres
que servían el vino derramara el contenido de una de las jarras encima del
chico Frey. Aquello hizo reír a Tygett y Genna, incluso Kevan dejó escapar
alguna carcajada. Sin embargo, él se mantenía serio, algo incómodo por la
situación.
–
¿Ocurre algo, hermano? –Le preguntó finalmente Kevan–. Apenas has probado la
comida.
–
Yo diría que ya he comido suficiente. Este festín es exagerado.
–
Teniendo en cuenta que hay varias familias importantes en este día, no lo veo
tan mal.
Tywin
hizo una mueca de desagrado aunque en el fondo sabía que su hermano llevaba
razón. La mitad de las casas de Occidente se encontraban allí, por no mencionar
también a los Frey.
Además
de su guardia personal, Lord Walder había traído consigo a cinco de sus seis hijos. Cuatro de
ellos eran los hijos de su primera esposa, mientras que el pequeño que jugaba
con Gerion era hijo de la segunda. Estaba claro que, con seis hijos, la dinastía
Frey estaba asegurada, más aún si se tenía en cuenta a su primogénito, Stevron
Frey, quien ya estaba casado y había engendrado a su primer hijo varón.
Algún
día él tendría que hacer lo mismo. Tendría que casarse y tener hijos que
siguieran su línea familiar, los futuros herederos de Roca Casterly. La idea no
le agradaba mucho pero aún era demasiado joven como para preocuparse por esas
cosas. Ya le llegaría el momento, a él y a sus hermanos. Aún eran niños,
incluso él lo era, aunque se empeñara en negarlo.
Pocos
minutos después, el bullicio de aquel salón fue desapareciendo. Los
asistentes empezaron a guardar silencio y Tygett tuvo que coger a su
hermano pequeño para que dejara de jugar. Todo aquello se debía a que Lord
Tytos se había puesto en pie para decir unas palabras. «Al fin».
–
Mis señores –empezó Tytos, alzando un poco la voz para que todos pudieran
escucharle con claridad–, me complace ver a tantos amigos aquí reunidos en mi
casa. En nuestra casa. –Comentó, dirigiendo una rápida mirada a Lord Walder–.
Porque, como bien sabéis, todos sois bienvenidos a Roca Casterly.
Varios
de los asistentes aplaudieron ante aquellas palabras de gratitud. Incluso algunos vitorearon el nombre de su Señor. Tywin se mantuvo serio, no le
interesaban las típicas palabras agradables, no le interesaba el protocolo. Lo
que quería saber era qué ocurría entre aquellos dos lores.
Una
vez los aplausos cesaron, su padre continuó con el discurso: –Mis señores, me
alegra anunciarles una gran noticia para nuestro futuro y, sobre todo, para el
futuro de las casas Lannister y Frey.
Varios
de los invitados se miraron entre ellos con incredulidad, a la vez que Lord
Walder se levantaba y le indicaba a uno de sus hijos varones que se acercara.
–
Emmon, ven aquí –dijo aquel hombre. El chico obedeció nada más oír a su padre.
–
Genna –dijo Tytos mirando a su hija. La pequeña abrió los ojos con sorpresa,
pero obedeció a la llamada de su progenitor, acercándose a él con una expresión
de duda y confusión.
«Esto no me gusta». Tywin tensó todo su
cuerpo aunque no hizo ademán de moverse. Kevan le miraba perplejo, como si le
pidiera ayuda para que le aclarara lo que estaba ocurriendo ahí dentro, en ese
salón.
–
Una nueva alianza se ha formado –continuó Lord Tytos–, una alianza entre dos
grandes casas. Tengo el honor de anunciaros el compromiso entre Emmon Frey y mi
hija, Genna Lannister.
Los
distintos vasallos no podían creerse aquellas palabras: algunos se quedaron en
silencio por el impacto que les había producido aquella noticia, otros cuchicheaban entres ellos, y los demás intentaban aguantar la risa. «Se ríen, se están riendo de nosotros».
Una sonora carcajada retumbó por todo el salón. Era solo una persona, una
mujer, pero aquella risa sonaba con tal fuerza que Tywin se sintió como si
centenares de hombres apuñalaran su orgullo.
Todos
se giraron para ver quién era la que reía. «Lady
Ellyn Tarbeck…». Apretó los dientes al ver como esa mujer se burlaba de
aquella manera. «Se ríe delante de todos nosotros…
se ríe de mi familia, de mi padre».
Tywin comprendía el porqué de su risa. Aquel compromiso era ridículo, él
lo sabía, pero aquel jolgorio le hería aún más.
–
No puede ser cierto… –murmuró, como si se intentara convencer a sí mismo. Su
rostro se endureció al ver como su padre y Lord Walder unían las manos de sus
respectivos hijos–. ¡No puedes estar hablando en serio!
Esta
vez no fue un susurro. Fue un grito que oyeron todos los presentes, un grito
que ahogó todos los cotilleos y las risas, un grito que devolvió el silencio
al lugar.
Lord
Tytos miró a su hijo, el cual se había puesto en pie y le encaraba con la
mirada, con una furia impropia para un niño de su edad.
–
Tywin, hijo mío… –Tytos quiso hablar, pero su hijo no se lo permitió.
–
No –Tywin empezó a caminar hacia él, con la rabia reflejada en su rostro–, no
puedes comprometer a tu única hija con un Frey.
–
Hijo, este matrimonio nos traerá grandes beneficios además de un aliado
poderoso. Ya está hecho, Genna se casará con Emmon.
–
¡NO!
A
la vez que Tywin volvía a protestar, un hombre se levantó de su asiento y
empezó a caminar con rapidez. «El gran
León Rojo», pensó el chico mientras miraba como el señor de la casa Reyne le dedicaba
una dura mirada a Tytos justo antes de salir de aquel salón, hecho una furia. «Esto no era lo que él quería, le molesta
tanto como a mí… Seguramente querría casar a su heredero con Genna, y sin duda
habría sido una decisión más acertada. Cualquier compromiso con una casa
vasalla habría sido mejor que éste».
–
Ni siquiera tus mejores aliados te apoyan, padre.
–
Hablaré con él. Lord Reyne es un hombre comprensivo.
–
¿Comprensivo? Decidme, padre, ¿cómo demonios vas a casar a tu única hija con un
Frey? ¿Qué tipo de beneficio hay para nuestra casa? –Cada palabra que salía de
su boca era como una puñalada, y sus ojos no le daban ninguna tregua a los de
su señor padre.
–
Un respeto, muchacho –intervino Walder Frey–, nuestra familia es una de las más
influyentes de Poniente.
–
No soy ningún muchacho –espetó Tywin, dirigiéndose a él–, y dudo que vuestro
segundo hijo pueda influenciar en algo a una Lannister.
–
Tywin, te estás precipitando.
–
No padre, ¡eres tú el que se precipita! Quieres casar a tu hija con el segundo
hijo de Lord Frey. ¡Ni siquiera es el heredero!
–
Yo tampoco era el primogénito de mi familia –replicó Tytos, aunque aquello
sonaba más como una excusa para defenderse de su propio hijo.
–
Ah, ¿es por eso? ¿Crees que Emmon Frey correrá la misma suerte que tú? Te
equivocas, padre. Stevron Frey es el heredero, y también es un hombre joven.
Puedo asegurarte que tendrá más de un hijo. Este matrimonio no lleva a ninguna
parte.
–
Tywin –el señor de Roca Casterly hablaba con suavidad, aunque no se sabía si
era porque quería calmar a su hijo o porque se sentía intimidado–, mañana lo
verás todo más claro. Necesitamos las fuerzas y el apoyo de los Frey.
–
Genna debería casarse con un hombre digno. Cualquier primogénito de una casa
importante serviría.
–
No puedo renunciar a la propuesta de Lord Walder. No es mi intención disgustarle.
Tywin
apretó sus manos y frunció el ceño, dirigiéndole tal mirada de reproche a su
padre que éste se puso blanco como la leche. No le dijo nada, solo le miraba en silencio, y
aquello provocó que Lord Tytos volviera a sentarse, removiéndose incómodo en su
asiento. Incluso el propio Walder Frey tembló ligeramente al notar tanto odio
en aquellos ojos que no daban descanso.
–
Siento si esto te decepciona –murmuró Tytos, apartando la mirada de la de su
hijo–. Pero no voy a dar marchar atrás.
El
muchacho golpeó la mesa con tal fuerza que muchos de los invitados se estremecieron
ante aquel sonido duro y seco.
–
Eres débil –susurró Tywin entre dientes, con rabia contenida. Miró de nuevo a
Lord Walder, con la misma furia que antes–. Habéis logrado algo increíble, mi
señor; una gran jugada, sin duda. Pero recordad que un Lannister siempre paga
sus deudas.
Se giró, dándoles la espalda y dispuesto a salir del lugar. Pero entonces se percató de la presencia
de su hermana. Genna tenía los ojos brillantes, quizás hubiera llorado...
Ella
tenía siete años, solo siete años y ya habían decidido su futuro. Parecía como
si la pequeña quisiera irse con él. «He
sido el único que la ha defendido», comprendió Tywin.
El
chico se acercó y posó un leve beso en la frente de su hermana, casi imperceptible
para ella. Pero ya no podía sacarla de aquel lugar, era inevitable.
Salió
de allí de la misma forma que antes hiciera Lord Reyne. «Hemos perdido a una Lannister… y también a nuestro mejor vasallo».
OMG!!¡¡ Me ha encantado!! Walder Frey tocando las narices desde tiempos remotos jaja Como mola Tywin!! Ahí levantándose y poniendo las cosas claras!!!! ^^
ResponderEliminarHe dicho ya lo que me p*** Tywin cabreado!! ¡¡Por todos los Dioses!! * babea*
Los Frey ya sabemos que nunca han sido de fiar, aquí ha quedado bastante claro jajaja.
EliminarEspero que hayas conseguido limpiar tu teclado de babas ;)
Ay! Que casi lloro, que maravilla de hombre, yo lo quiero para mi, en serio, y el Frey tocando los huevos, y ya era viejo!! Jajaja. Genial como siempre
ResponderEliminarSí, no tan viejo como ahora pero sí más de lo que debería. O al menos así lo imagino yo, jajaja.
EliminarMuchísimas gracias por comentar aquí, me hace mucha ilusión :D
¡¡¿¿ Con un Frey??!! ¿WTF? Esa gente son gentuza, pobre chavala; entiendo perfectamente a Tywin, pero ¿en qué piensa su padre?
ResponderEliminarMe ha gustado un montón el capítulo, y tu forma de escribir, lo haces todo cercano, cotidiano y aún así respeta absolutamente la esencia de lo que es este tipo de historias. Es como una precuela de la saga.
Te hago una reverencia y espero el próximo capítulo con muchas ganas.
cristina xD
Así es, Genna tendrá que casarse con un Frey porque su padre no es capaz de negarse. De ahí esa debilidad que le recrimina Tywin.
Eliminar¡Muchísimas gracias por tus palabras! Haces que me sienta como una diosa xD
Espero no tardar mucho en subir el siguiente, y también espero que te siga gustando. Con tus comentarios y los de las demás señoritas me animáis mucho a seguir adelante ^^
Un beso.
Anoche te hice un comentario y me dio error al publicar, Dracarys!
ResponderEliminarBueno, venía a decir que me gusta este Tywin, tan seguro y tan seriote él, defendiendo a su hermana de un matrimonio horrible. Olé sus gónadas. Y si frunce el ceño, para qué queremos más e.e
¡Qué ganas tengo de verlo en plan enamoradoooooo! :3
Dracarys para el blog por prohibirte el derecho de expresión.
EliminarPues sí, Tywin fue así desde niño, ¡parece increíble que incluso le infundiera respeto a su padre! Era necesario poner que fruncía el ceño, tenías que verle con el rostro endurecido e.e
Ya se enamorará, tiempo al tiempo... :D
¿El matrimonio este lo has inventado tú o es cosa de Martín?
ResponderEliminarEs cosa de Martin :)
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