GENNA
Año 257 AL
Solo
le quedaba una semana, una única semana de libertad. Después se convertiría en
una mujer casada. Dejaría de ser una Lannister para ser una Frey. «No, eso nunca. Jamás seré una Frey. Mi
nombre es Genna Lannister, y así será hasta el día de mi muerte. Ningún hombre
podrá cambiar mi apellido.»
Sus
doncellas la ayudaban con el vestido de novia. Llevaban probando telas desde
hacía dos meses, justo después de que le llegara la sangre de la luna por
primera vez. «Estaban deseando que
sangrara para entregarme a esa sucia comadreja. Creen que las mujeres solo
servimos para parir y dar hijos a nuestros esposos. Les demostraré cuan
equivocados estaban conmigo.»
El vestido era de marfil, con muchos detalles dorados en honor a su casa. Se veía
preciosa cada vez que se lo probaba, aunque sus ganas de destrozarlo tampoco
desaparecían. Por muy bonito que fuera seguía siendo el traje que luciría el
día de su boda. Eso no podía ilusionarle en lo más mínimo.
–
Ya está listo, mi señora –dijo una de sus doncellas cuando terminó de dar los
últimos retoques–. ¿Qué os parece?
Genna
volvió a mirarse al espejo, girando su cuerpo para tener una mejor visión de sí
misma. Había crecido bien. Aún era muy joven pero sus pechos habían aumentado notablemente, al igual que sus caderas. Le gustaba ver como aquella tela
marcaba sus generosas curvas, se veía atractiva. «Lástima que sea un inepto el que vaya a desposarme.»
–
Es perfecto –contestó finalmente–. Realmente precioso.
Miró
su propio rostro en el espejo y notó una mirada dura en sus orbes esmeralda. «Soy una leona, no dejaré que nadie me
doblegue.»
Alguien
llamó a la puerta en ese momento, por lo que todas se giraron para ver de quién se
trataba. Una voz masculina se escuchó tras la puerta que aún se
mantenía cerrada: – ¿Genna? –Las
doncellas contuvieron la respiración al comprobar que era un hombre el que
estaba pidiendo permiso para pasar.
–
Mi señor, ningún hombre puede ver a la novia hasta el día de su boda –dijo una
de ellas.
–
Es mi hermano –protestó Genna–, tiene derecho a visitarme si él lo desea.
–
Pero mi señora…
–
Basta. Marchaos y dejadle pasar.
A
las mujeres no les quedó más remedio que obedecer. Abrieron la puerta y fueron
saliendo una detrás de la otra hasta que al fin se quedó sola en aquella
habitación. Pocos segundos después fue su hermano mayor el que entró, cerrando
de nuevo la puerta.
–
Estás preciosa, hermana –dijo tras un momento de silencio.
–
Quizás demasiado si tenemos en cuenta quién es el novio–. Su hermano la miró
con cierto reproche por decir eso, pero ella no pudo evitar reír–. ¿Qué haces
aquí, hermano? Sabes que no podías visitarme.
–
Quería verte con tu vestido de novia, solo eso. –Genna suspiró y miró a su
hermano, el cual caminaba hacia la ventana con gesto solemne.
Tywin
también había crecido. Era mucho más alto y seguramente llegaría a serlo mucho más.
Genna tenía la impresión de que sería el más alto de todos sus hermanos, y
también el más fuerte. Los años de entrenamiento y práctica con la espada le
habían convertido en un hombre, aunque solo contara con quince años. Su señor
padre había querido enviarle como pupilo a otra casa importante de Poniente,
pero Tywin se negó en rotundo. Permaneció siempre en Roca Casterly, en su
hogar.
–
Siento que tengas que casarte con ese chico –murmuró sin dejar de mirar el mar
a través de esa ventana.
–
Tú no debes disculparte, no fue tuya la decisión.
–
No me estoy disculpando… es solo que esta boda me enfurece.
El
joven suspiró y apoyó las manos en el alféizar de la ventana, inclinando su
cuerpo levemente hacia delante. Genna caminó hasta quedar al lado de su
hermano, fijándose mejor en la expresión de su rostro. Acercó su mano hasta el
pelo del chico, acariciando suavemente aquellos rizos dorados que brillaban a
la luz del sol, al igual que los suyos propios. Tywin giró la cabeza para
mirarla al sentir aquella caricia.
–
¿Has visto la capa que llevaré? –Preguntó Genna de repente, provocando que su
hermano la mirara confuso. Finalmente, le negó con la cabeza–. Es mucho más
bonita que el vestido –añadió Genna, apartándose de la ventana.
Se
dirigió hacia uno de los baúles que tenía en su habitación y empezó a buscar
bajo la atenta mirada de Tywin, quién aún permanecía en silencio. Unos segundos
después la chica se puso en pie, con una capa perfectamente doblada sobre sus
manos.
–
Ten –le dijo la joven, acercando la capa a su hermano.
Éste
emitió un leve suspiro antes de tomar aquella tela y desplegarla ante sí. Era
larguísima y completamente roja, a excepción del león dorado que estaba bordado
en el centro.
–
Sí, tienes razón –confirmó finalmente después de permanecer unos segundos en
silencio.
–
Es la misma que llevó madre el día de su boda con padre.
–
Entonces es aún más bonita.
Tywin
pasó una mano por aquel león, palpando con sus dedos las hebras de hilo dorado.
Parecía que incluso iba a sonreír pero se mantuvo regio, sin mover los labios
en ningún momento.
–
Es una pena que te la vayan a quitar por esa sucia capa Frey.
–
Yo siempre llevaré esta capa, hermano –dijo Genna con firmeza.
–
¿A qué te refieres? –Le preguntó extrañado.
–
Siempre seré una Lannister –respondió mientras seguía mirando la capa–. No
importa quién sea mi esposo, yo seguiré siendo una leona de Roca Casterly y
permaneceré aquí. Jamás me marcharía a Los Gemelos.
–
¿Y crees que él hará todo lo que le pidas?
–
Oh, por supuesto. Es un inepto que se deja manipular con facilidad.
El
chico hizo otra vez el amago de sonreír, pero en vez de eso dirigió su vista
nuevamente al mar, con la capa roja entre sus manos.
–
¿Se te ha olvidado sonreír, hermano?
–
¿Acaso la sonrisa es importante? Aquí no ha habido nunca una sonrisa. Solo las
usan para manipular a nuestro padre. Y las risas solo sirven para mofarse de
él. ¿Qué hay de bueno en ello?
Tywin
cerró los ojos, agarrando con fuerza la capa Lannister. Genna percibió aquello,
por lo que acercó una de sus manos hasta la de su hermano, ejerciendo una leve
presión.
–
Te agradezco lo que hiciste ese día –confesó la muchacha.
–
No sirvió de mucho.
–
Para mí sí. Toda niña necesita de un hermano mayor que la proteja.
Qué seriote ese Tywin teen e.e A ver si ve a Joanna ya y se le caen los calzones al suelo, jajaja (sorry)
ResponderEliminarYa pronto, ya pronto e.e
Eliminarois ois ois! que cuco Tywin con su hermanita!! #MueroDeAmor jeje ^^
ResponderEliminarJoanna me cae muy bien, y es toda una leona; que se prepare el marido jaja.
... el pelo de Tywin, suspiros ...amagos de sonrisa...BOOM asdkjhkajhdjkad jaja
Me ha encantado el capi. Sigue así. * se quita el sombrero imaginario* ^^
Yo estoy deseando ver a Genna soltándole algún disparate al marido, jajaja.
EliminarJajaja, Genna le dirá más de un improperio a su marido, ella es así xD
EliminarMe alegra mucho que os guste. Tywin dentro de poco gesticulará un poquito más e.e
cagada: He puesto Joanna, quería decir Genna xD
ResponderEliminarTranquila, lo entendí bien xD
EliminarOle las narices de la Leona, esta fue una feminista de sus tiempos. Muy fan de ella, yo si pudiera tampoco cambiaba el Lannister por el Frey.
ResponderEliminarMe gusta MUCHO el fic y estoy deseando leer la boda y el encamamiento, demasiada mujer para ese jajaja ;)
Cristina.
Ella desde luego no va a cambiar nunca, tiene muy claro lo que quiere. Y sí, es demasiada mujer para tan poco hombre, jajaja.
EliminarGracias por comentar amiga ^^