JOANNA
Era
incapaz de conciliar el sueño. Aunque mantenía los ojos cerrados, no dejaba de
dar vueltas en la cama, intentando adoptar la posición adecuada para dormir un
poco. Su mente no descansaba, le resultaba imposible olvidar por unos minutos
lo que había experimentado hacía apenas unas horas. «Me besó», se recordaba a sí misma, recreando una y otra vez el
momento vivido entre ellos. Su primer beso había sido para él… ¿O fue él quién
se lo robó a ella? Aquel pensamiento la hizo sonreír. Nunca creyó que Tywin la amara,
mas esas fueron sus palabras al separarse de ella: “porque os amo, Joanna”.
–
Rhaella –se dijo a sí misma en un susurro. Pensar en ella le dolía. La vida de
la princesa nunca volvería a ser como antes y, aún así, Joanna se sentía
aliviada porque desde que se anunció aquel enlace, Aerys no había intentando
acercarse de nuevo. Sus ojos violeta seguían emanando el mismo deseo que tanto
la inquietaba, pero siempre apartaba rápidamente la mirada. La evitaba, y eso
era bueno para ella.
Ese
último pensamiento hizo que se le llenaran los ojos de lágrimas, por lo que se
mordió la lengua con fuerza para no hacerlo. No iba a llorar ahora.
Se
levantó de la cama al comprender que sería imposible conciliar el sueño. Se
puso una bata para no pasar frío y se sentó frente a su pequeño escritorio,
dispuesta a escribirle otra carta a Loreza para así intentar olvidar los
pensamientos que acudían a su cabeza. Pero fue imposible, era incapaz de
escribir al menos una sola frase que tuviera un mínimo de sentido.
Empezó
a dar vueltas por el dormitorio, atormentándose por lo que acababa de
descubrir: la desgracia de Rhaella significaba su propia felicidad. Gracias a
aquel matrimonio, Aerys ya no la atosigaba y eso la hacía sentirse en
libertad. Era libre de vivir como deseara, sin órdenes y sin rostros severos.
Sí, ahora podía estar tranquila.
–
Soy una egoísta.
No
consiguió dormir en toda la noche, ni tampoco logró escribir la carta a Loreza.
Simplemente permaneció esperando a que la noche llegara a su fin, sin hacer
nada, y cuando por fin el sol hizo acto de presencia ella continuó allí, esperando
en su recámara. El resto de las doncellas de Rhaella fueron a visitarla al
comprobar que Joanna no había bajado para desayunar, pero ella argumentó que se
encontraba indispuesta y no tenía apetito. No había mentiras en sus palabras ya
que realmente no se sentía bien, aunque no fuera por problemas de salud, sino porque
sabía que era incapaz de ver a Rhaella en ese momento. ¿Cómo podría mirarla a
los ojos cuando su propia felicidad le había costado tanto a Rhaella? ¿Cómo
podría enfrentarse a eso?
–
No soy sólo una egoísta, también una cobarde.
Se
dejó caer sobre el lecho y cerró los ojos, con la esperanza de que quizás
lograra conciliar el sueño. Los pensamientos que rondaban por su mente no se lo
permitieron, y mucho menos aún con el sonido de alguien que estaba llamando a
su puerta. Joanna permaneció en silencio, albergando la esperanza de que aquel
visitante se marchara al no recibir una respuesta.
–
¿Joanna? –Preguntó Rhaella al otro lado de la puerta.
La
Lannister se sobresaltó al reconocer la voz de la princesa y se sintió
sumamente estúpida en aquel instante. Era evidente que si no hacía acto de
presencia en todo el día, Rhaella se preocuparía por ella. «Ella sigue siendo una gran amiga, aunque yo
no lo sea tanto con ella», pensaba Joanna mientras se acercaba a la puerta
para abrirla. Quizás no fuese una buena persona, pero ya era hora de salir de
su escondite y plantarle cara a sus miedos. No podía continuar con tal
cobardía.
–
¡Dichosos los ojos que te ven, Joanna! –Exclamó Rhaella una vez estuvo dentro
de la habitación–. Creí que serías la primera doncella en ayudarme esta mañana,
aunque veo que tienes mal aspecto. ¿Te ocurre algo?
–
Lo siento, Alteza –se disculpó la Lannister, realmente avergonzada–. No quería
preocuparla.
–
¿Pero te encuentras bien? –Insistió Rhaella.
–
Debería ser yo quién realizara esa pregunta, Alteza… y no al contrario –comentó
Joanna, sintiéndose cada vez más culpable. La princesa se mostró sorprendida en
un primer momento, pero luego logró calmar sus facciones.
–
¿Por qué te mortificas de esta forma, Joanna? ¿Qué ocurre?
Joanna
cerró los ojos y suspiró pausadamente, dispuesta a confesar sus sentimientos.
–
Me siento culpable, Alteza. Y egoísta. Vos habéis tenido que renunciar a una
vida feliz por las obligaciones que os han impuesto. Tuvisteis que renunciar a
Ser Bonifer, un hombre al que amáis con todo vuestro ser, para casaros con
vuestro hermano cuando no existe el amor entre vosotros. Y yo no puedo evitar
sentirme feliz por ello, porque gracias a vuestro enlace, el príncipe Aerys no
podrá pedir mi mano en matrimonio –Joanna suspiró de nuevo–. Soy un monstruo.
–
No digas eso –respondió Rhaella al momento, tomando las manos de su amiga entre
las suyas propias–. Si con este matrimonio he conseguido tu felicidad, puedo
estar tranquila.
–
¿Tranquila? –Repitió Joanna sin comprender nada.
–
La causa principal de mi boda es una profecía que nadie sabe si se cumplirá o
no –Rhaella sonrió levemente, con cierta melancolía–, pero tu felicidad no es
ninguna profecía, es un hecho. Y si tú estás bien, yo también lo estaré.
–
Pero Alteza…
–
No, Joanna –insistió Rhaella, impidiendo que Joanna volviera a auto culparse–.
No sigas por ese camino. Este enlace no es tan horrible como crees. Soy la
nieta de un rey, la hija de un futuro rey y la hermana de un hombre que también
será rey… soy descendiente directa de la realeza. Era evidente que no podría
elegir por mí misma al que sería mi esposo, y Aerys siempre fue una buena
propuesta para mi familia. Los Targaryen somos así –dijo encogiéndose de
hombros–. Yo fui la que cometió un error. Nunca debí hacerme ilusiones con Ser
Bonifer.
–
Eso es inevitable, Alteza –murmuró Joanna, agachando la cabeza–. No fue un
error, nadie puede evitar algo así.
–
Oh, es cierto. Olvidé que interrumpieron nuestra última conversación,
deberíamos reanudarla –dijo Rhaella, provocando un sonoro sonrojo en Joanna.
–
¿Aún lo recordáis?
–
Por supuesto, y no saldré de aquí hasta que no me lo cuentes todo.
¿Qué pasará? Chin chan chunnnnnnn
ResponderEliminar¡A por el siguiente!
jeje :)