KEVAN
–
Era demasiado pedir –murmuró Kevan con amargura.
Iba
todo tan bien que incluso llegó a parecerle irreal. Durante aquellos días no
había ocurrido algo especialmente bueno, pero el hecho de que todo se hubiera
mantenido en calma, sin problemas ni sobresaltos, e incluso sin discusiones, le
resultaba todavía difícil de creer. Por un momento Kevan creyó que se
encontraba en otro lugar. Mas la realidad le trajo de vuelta a Roca Casterly.
–
Sucede que no podemos estar ni un solo mes sin sufrir algún altercado.
–
¿Y te sorprende?
Kevan
bufó mientras bajaba las escaleras con rapidez: – Tampoco creo que sea tan
difícil de conseguir, ¿no?
–
En esta familia sí lo es –le respondió Genna, que seguía a su hermano de cerca–,
y más si siguen considerando a padre como un señor débil.
–
Lo piensan… y supongo que tienen razón. Por eso ha ocurrido esto.
–
Claro que llevan razón. Nuestro padre es demasiado misericordioso con sus
vasallos. Saben que no es el Señor adecuado para gobernar en estas tierras.
Esto podría haber acontecido en cualquier momento, Kevan. Lo sabes tan bien
como yo.
–
Sí, aunque esta vez padre se ha adelantado a los planes de esa gentuza.
–
Sí, es cierto –masculló Genna, haciendo una mueca con la boca–. Por una vez ha
actuado como debe.
–
¿Te sorprende?
–
Sí –dijo muy convencida, provocando que Kevan soltara una leve carcajada–. No
te rías, tú estás tan sorprendido como yo.
–
Me gustaría albergar cierta confianza en él, al menos aún.
–
Yo ya la he perdido por completo… sinceramente no creo que padre pueda aguantar
mucho esta situación. Los Tarbeck no se quedarán quietos sin ofrecer algún tipo
de respuesta.
–
No… evidentemente, no –Kevan suspiró a la vez que tomaba una de las antorchas de
la pared, pues el camino era cada vez más oscuro–. Fui un iluso.
–
¿A qué te refieres?
–
Creí que seríamos capaces de mantenerlo todo en calma durante la ausencia de
Tywin. Y resulta que los problemas son cada vez más graves.
–
Es cierto… pero solo ha sido una casualidad.
–
Una mala casualidad.
El
chico paró a mitad de camino y miró a su hermana, causando que la chica se
sorprendiera.
–
¿Qué pasa ahora? ¿Por qué te quedas ahí quieto?
–
No deberías entrar ahí, no es sitio para una mujer.
–
¿Eso crees? –Preguntó, riendo a carcajadas inmediatamente después.
–
Genna, esto no es una broma, es un asunto delicado.
–
Como si no lo supiera ya –Genna le arrebató la antorcha y comenzó a caminar,
guiando esta vez ella a su hermano.
–
Tozuda –resopló Kevan con molestia–, siempre tiene que ser como tú quieras que sea.
–
No voy a acobardarme sólo por un prisionero, hermanito. Además… parece que
tenemos compañía.
Kevan
alzó la vista y comprobó que, efectivamente, Genna llevaba razón. Otra antorcha
iluminaba el final de aquel pasillo, justo donde se encontraba el prisionero,
pero Kevan no pudo distinguir al portador de aquella antorcha hasta que avanzó
unos pasos más.
–
¡Stafford! –Exclamó algo irritado, adelantando a su hermana con rapidez para
plantarle cara a su primo–. Siete infiernos, ¡¿qué haces aquí?!
–
Lo mismo que vosotros, imagino. Quería charlar con nuestro nuevo amigo.
Genna
rió con cierta soberbia ante aquel comentario, algo que incrementó aún más la
indignación de Kevan en ese instante.
–
Tranquilo Kevan, tampoco es para que te pongas así –dijo Stafford, mostrando
una leve y altiva sonrisa.
–
No deberías estar aquí –le reprochó Kevan.
–
¿Y por qué tú sí?
–
Soy el hijo de Tytos Lannister, vivo en esta fortaleza… ¿te parecen
suficientes motivos?
–
Pero no eres el heredero de Roca Casterly, no tienes por qué inmiscuirte en
estos problemas.
–
Tywin no está en la Roca, y en su ausencia soy yo el que se hace responsable de
sus asuntos.
–
Sí, ya veo que Tywin confía mucho en ti. Demasiado como para permitirse la libertad
de ausentarse en un momento tan delicado como éste.
–
Nuestro hermano no tardará en regresar. Te preocupas en exceso, primo –comentó
Genna, sin borrar aquella seductora sonrisa de su rostro.
Stafford
la miró algo irritado y Kevan estuvo a punto de increparla por su actitud, pero
se mantuvo callado al comprobar cómo su primo comenzaba a respirar más calmado
y guardaba silencio. Genna le lanzó entonces una cómplice mirada a su hermano,
guiñándole un ojo. Éste asintió levemente, mostrándole así su agradecimiento y
sus disculpas.
Los
nervios le habían traicionado. Él no era así, nunca se había comportado de una
manera tan precipitada, mas sabía por qué le había ocurrido. Él siempre quiso
demostrarle a Tywin que podía confiar en él, que todo lo que su hermano
depositara en sus manos estaría a buen recaudo, y sin duda aquel era un buen
momento para conseguirlo ya que Tywin no estaba en la Roca. Kevan quería que
todo marchara con tranquilidad durante su ausencia, para que a su regreso
comprobara que no había errado al confiar en él.
Pero
no había sido así, por lo que solo le quedaba una alternativa: solucionar aquel
problema antes de que Tywin volviera a casa. O mejor dicho, solucionarlo antes
de que fuera demasiado tarde.
Kevan
volvió a coger la antorcha que Genna le arrebató minutos antes y se acercó a la
celda, mirando fijamente a aquel prisionero que no había dejado de sonreír en
ningún momento.
–
Y bien, Lord Tarbeck… ¿qué es lo que pretendéis?
Juju. Ya comienza lo que todos sabemos juju
ResponderEliminarJujujuju, llegan cosas interesantes...
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