JOANNA
–
¿Por qué elegiste este lugar?
–
Es uno de los más concurridos del lugar, y además cercano para ambos –contestó
mirándole–. ¿Por qué? ¿Os gusta?
–
Si no oliera tanto a pescado…
Ambos
jóvenes se echaron a reír en ese momento.
–
Habré aprendido de ti –sugirió Tywin.
–
Ah, con que yo soy la culpable de todos vuestros males, ¿no es así? –Preguntó a
la vez que, disimuladamente, cogía algo de arena con una de sus manos.
–
Por supuesto, ni siquiera lo dudo –contestó con alarde.
Joanna
no dudó en ese momento y le tiró la arena mientras reía.
–
¡Oye! –Gritó un Tywin también sonriente que, entretanto, procuraba agarrar las
manos de Joanna para que no repitiera la misma acción–. Eres una maleducada.
–
Os lo merecéis –decía Joanna entre risas, aunque Tywin ya había conseguido
atrapar sus brazos y se encontraba completamente a su merced. Más que dos
jóvenes parecían dos críos jugando en la costa del Aguasnegras.
–
Maldita –murmuró el joven. Mantenía las muñecas de la joven sujetas en una de
sus manos mientras que con la otra intentaba quitarse la mayor parte de la
arena del pelo–. Este comportamiento no es digno de una señorita como tú.
–
¿Ah no? –Cuestionó ella, intentando escaparse de su agarre.
–
No insistas, no te voy a soltar –comentó divertido.
–
¿Nunca? –Preguntó a la vez que lo miraba con aquella expresión angelical, como
si fuera una niña inocente.
–
Bueno… –Tywin se mantuvo en silencio mientras la observaba, como si estuviera
planeando algo–, te soltaré pero solo si haces lo que yo te pida.
–
Oh, ¿y qué debo hacer para “agradaros", mi señor?
–
Lo primero, dejar de tirarme arena; y lo segundo, dejar de llamarme señor.
La
joven abrió los ojos con sorpresa: – Dudo que pueda conseguir eso… además, es
mi deber trataros así.
–
Aún no soy el señor de Roca Casterly.
–
Pero lo seréis.
–
Tozuda, ¿tan complicado es para ti?
–
Lo es.
Tywin
suspiró y finalmente aflojó su agarre, dejando al fin las manos de Joanna en
libertad. Ella comprobó que sus muñecas estaban algo enrojecidas, mas no le
había afligido ningún daño.
–
Sois fuerte –dijo casi con sorpresa.
El
joven Lannister hizo un leve amago de sonrisa, aunque se le notaba pensativo y
melancólico, sin apartar la vista del mar. Joanna le observó detenidamente
durante un momento, fijándose sobre todo en aquella mirada que ahora parecía
mezclarse con el azul del mar.
Ya
era el quinto día. Desde aquel inesperado encuentro ambos acordaron encontrarse
todos los días en la Puerta del Lodazal, al mediodía, justo cuando buena parte
de la ciudad se encontraba allí, en el mercado de pescado. Solían conversar
mientras paseaban o se sentaban en la playa como en ese mismo instante. Y así
llevaban cinco días: siempre a la misma hora, siempre en el mismo lugar.
–
Me gusta este lugar –dijo de repente Tywin–, aunque huela a pescado –comentó
con ironía, provocando que Joanna sonriera.
–
¿Os gusta el mar?
–
Es relajante –respondió el chico, girando la cara para mirarla–. ¿Y a ti, te
gusta?
–
Me encanta –comentó apoyando la barbilla sobre sus propias manos–. Siempre me
gustó. Desde la Roca se ve espectacular.
–
Oh, me sorprendes. Después de tanto tiempo aún recuerdas que Roca Casterly está
en la costa.
Joanna
miró de reojo a Tywin, simulando enojo: –Queréis que vuelva a llenaros el pelo
de arena, ¿no es así?
–
Hazlo y acabarás en el mar.
–
No os atreveríais a hacer algo así.
–
Por supuesto que lo haría.
–
Pero yo no os lo permitiría.
–
¿Y cómo podrías impedírmelo?
–
¿Creéis que no me defendería? No sería tan dócil como para permitir que vos me
arrastrarais hasta el mar.
–
No lo pongo en duda, mas antes alabaste mi fuerza. Podría sujetarte
hasta allí –indicó a la vez que alzaba levemente las cejas.
–
Entonces vos también acabaríais mojado.
–
Prefiero el agua antes que la arena.
Joanna
no pudo evitar la risa en aquel momento. Se sentía a gusto con él, como si
siempre hubieran estado el uno al lado del otro.
–
Está bien, no os echaré arena –dijo a la vez que se ponía en pie y adecentaba
su vestido–. Al menos no por hoy.
–
Es todo un alivio –comentó Tywin mientras se levantaba–. ¿Mañana…? –Joanna
asintió.
–
Sí, aquí estaré –contestó.
–
Bien –Tywin mostró una leve sonrisa e inclinó la cabeza a modo de despedida.
AHHHHHHHHHHHHHHHHH ¡Yo quiero baño! jajajaja Cuanta tensión sexual por diohhhh juejeje
ResponderEliminarGenial capi *aplaude*
Pd: quiero massss XDD
¡Tensión sexual no resuelta! Jajajajaja
EliminarMuchas gracias por comentar, como siempre ;)