KEVAN
El
ambiente era tenso. Cualquier palabra cortaba el aire como si de una afilada
espada se tratara. Por no hablar de las duras e impenetrables miradas.
–
No sé cómo habéis podido llegar a esto, ¿hasta dónde llega vuestro grado de
inutilidad?
–Guarda
un poco de respeto, muchacho. En ningún momento se le ordenó a Stafford y a su
pandilla de ineptos que se acercaran a los territorios de los Tarbeck. Si han
sido capturados, ha sido por su falta de cerebro.
–
Desde luego, aquí parece que hay escasez de juicio. Es una vergüenza, una
maldita vergüenza.