Capítulo 26

TYWIN

Las dudas se apoderaron de él. ¿Acaso había cometido algún error? ¿Dijo algo indiscreto que la incomodara? ¿Fue demasiado rápido o atrevido? Tywin sacudió la cabeza, intentando borrar todas las preguntas que le atormentaban. Una tarea que, evidentemente, le resultaba imposible.

Todo iba bien, increíblemente bien. Se encontraban todos los días en la bahía del Aguasnegras y todos los días la vio sonreír y charlar animadamente junto a él. No hubo ningún problema, ni un solo atisbo que hiciera que Tywin pudiera sospechar. Ella se encontraba a gusto con él. Lo sabía, lo notaba. ¿Entonces por qué? ¿A qué se debía esta ausencia tan repentina?

«Si hoy tampoco está, tendré que ir a por ella.»

Joanna no había hecho acto de presencia en los últimos seis días y ni siquiera envió noticias a la posada donde él se hospedaba. Nada, no había absolutamente nada sobre ella, y esto cada vez le preocupaba más. Se atormentaba a sí mismo al pensar que ella se estaba alejando de él porque ya no disfrutaba de su compañía, aunque realmente prefería pensar así. Prefería creer que Joanna se estaba alejando de él. Quería auto convencerse de ello, porque en su interior sabía que ésa no era la causa principal de sus ausencias. Ella era feliz con él, así que algo le habría pasado para que en los últimos días no acudiera a su encuentro.

«No», se decía a sí mismo mientras negaba con la cabeza. «Ella está bien, no le ha pasado nada.»

Al llegar a la Puerta del Lodazal examinó con minuciosidad a la multitud que allí se congregaba diariamente en torno al mercado. Caminaba lentamente a la vez que iba buscando aquella melena dorada que le había cautivado. Pero, como en los días anteriores, no había ni rastro de ella.

Se sentó en la playa y decidió esperar por si en algún momento ella hiciera acto de presencia. No apartó la vista de la Puerta del Lodazal durante las siguientes tres horas. Observó como los habitantes de la capital transitaban por aquella zona con total normalidad. Los veía entrar y salir por aquella puerta, mas Joanna no apareció.

Tywin se levantó y sacudió la arena de sus ropas, simulando una tranquilidad que, desde luego, no existía. Alzó la cabeza y dirigió la vista hacia otro lugar mucho más esplendoroso que aquel en el que se encontraba ahora mismo.

«Voy a buscarte», pensó mientras contemplaba la Fortaleza Roja.