TYWIN
No
quería alargar su estancia en exceso, de hecho no debería estar allí. Su
conciencia se lo repetía una y otra vez: «¿Qué
haces aquí? ¿Por qué no te has marchado ya? No puedes hacer nada en este lugar,
no puedes, aquí no eres nadie. Márchate. ¿Por qué sigues aquí?»
Ese
era su único y principal motivo. No podía marcharse hasta tener la completa
certeza de que Joanna se encontraba bien. Ella debía guardar una semana de
reposo antes de volver a sus quehaceres diarios. Quizás fuera demasiado tiempo,
pero no podía irse con aquella incertidumbre.
– Cuando te recuperes, dentro de
una semana, quiero volver a verte. En el puerto, como siempre. Solo para poder
despedirme de ti.
– ¿Y si no estuviera recuperada en
una semana?
– Eres fuerte, sé que estarás bien.
Confío en ti.
Eso
fue lo último que hablaron aquella noche, cuando Tywin se adentró en la
Fortaleza Roja para ver a Joanna. Solo pudo verla en aquel entonces, no quiso
tentar más a la suerte de ser descubierto. «Bueno,
en verdad esa no fue precisamente mi decisión.»
–
No vengáis más aquí, es peligroso.
– ¿Peligroso por qué?
– Porque sí, no preguntéis más –recalcó
Joanna con autoridad.
–
No soy ningún cobarde.
– No es cuestión de cobardía, es
cuestión de precaución.
– No estoy de acuerdo.
– Si queréis que vaya a despediros
dentro de una semana, ni se os ocurra volver por aquí.
«Mujer malvada», pensó el joven Lannister
mientras esperaba en el lugar acordado, cada vez más impaciente. «Siete días esperando por una despedida,
¿acaso he perdido la cordura?»
Tywin
suspiró profundamente y cerró los ojos, procurando concentrarse en los sonidos
del mar para no pensar demasiado. Joanna se retrasaba… Eso no era habitual en
ella, y no tener noticias durante toda una semana hacía que el chico se pusiera
en lo peor. «Está bien, ella está bien»,
pensaba continuamente. «Le dije que
confiaba en ella, así que estará bien.»
Se
encontraba tan sumergido en sus propios pensamientos que no pudo evitar un
ligero sobresalto al sentir que una mano ajena se posaba sobre su hombro.
–
Oh, lo siento, no pretendía asustaros –comentó rápidamente Joanna al notar la
reacción de Tywin.
El hecho de volver a verla allí, de pie y tan saludable
como de costumbre, hizo que Tywin casi sonriera de pura felicidad. Pero algo no
iba bien, se notaba en el rostro de la joven.
–
¿Qué ocurre? –Preguntó él sin miramientos, poniéndose en pie y observándola
directamente a los ojos. La chica se mordió el labio y acto seguido le entregó
una carta.
–
Esto acaba de llegar hace unos minutos –dijo inquieta–. Es de tu hermano.
–
¿Kevan? –Se cuestionó Tywin, más a sí mismo que a la propia Joanna. La carta
era escueta pero directa. Era evidente que Kevan no quería perder el tiempo con
las formalidades–. Debo partir inmediatamente –comentó guardando la carta y
caminando a paso ligero–. ¿Alguien más ha leído esto?
–
No –negó Joanna con rapidez mientras lo seguía de cerca–. Solo yo… siento
haberlo hecho. Venía a mi nombre y no tenía idea de lo que podía…
–
No importa –le cortó Tywin, acercándose más a ella–, no se lo digas a nadie,
¿entendiste? A nadie, ni siquiera a Rhaella.
–
Está bien, pero por favor… no permitáis que le pase algo malo.
Joanna
se mostraba fuerte frente a él, no lloraba, pero su tristeza y sobre todo su
preocupación eran evidentes.
–
Eso no te lo puedo garantizar. Kevan apenas explica nada en esta carta, no sé por
qué lo habrán apresado.
–
Stafford no haría nada malo.
–
¿Estabas allí para cerciorarlo, Joanna? –La pregunta fue directa, tal vez
demasiado inquisitiva, mas surtió el efecto deseado.
–
No –negó la joven, apenada–, no puedo asegurarlo.
–
No confíes en nadie, Joanna, en nadie –dijo justo al llegar a los establos
donde se encontraba su caballo, al cual ya tenía preparado desde esa misma
mañana–. Ni siquiera en tu hermano.
–
¿Y en vos? ¿Puedo confiar en vos?
Tywin
la miró en ese momento a los ojos y permanecieron así varios segundos, sin
decirse nada. Finalmente se decidió a responder: – Eso es algo que debes
descubrir por ti misma –dijo nada más subir al caballo–. Yo ya lo he
hecho.
–
¿Hacer el qué? –Preguntó Joanna sin comprender.
–
Descubrir que puedo confiar en ti.
No
dio tiempo a más. Acto seguido espoleó a su caballo y comenzó a cabalgar tan
rápido como le fue posible, de vuelta a casa, dejando de nuevo a Joanna atrás.
NOOOOOOOOOO Se han separado :(
ResponderEliminarEstá genial. Esperando por más capítulos *baile egipcio*:)
Jajajaja, esta parejita está siempre separada :(
Eliminarjoo :((( que vuelvan!
ResponderEliminarMe encantaa!! en cuanto puedas sube más porfii :)))
Muchas gracias por leer! :)
EliminarEn seguida subo el siguiente ;)